Aquí estoy sentado en el único asiento que quedaba libre del hall de la T4 de Madrid y así llevo más de 2 horas y media. No paro de mirar el bloque de monitores de televisión negros colgados del techo, en ellos se muestran las salidas de vuelos para las próximas 5 horas.
Si alguien me hubiese dicho hace un par de meses que podría viajar al lugar del mundo que me apeteciera no le habría prestado la más mínima atención, pero así son las cosas. Todo empezó cuando repetía mi rutina de la compra semanal en la tienda Mercadona más cercana a mi domicilio y allí, una chica rubia ofrecía con una bandejita dátiles y nueces a los clientes. A la joven la había contratado uno de esos aprovechados que se dejan caer por las empresas muy bien trajeados para ofrecer sus servicios de azafatas. Yo andaba por aquel pasillo buscando el café descafeinado molido marca Hacendado que estaba sorprendentemente en la repisa de abajo, al levantar la cabeza me di de cara con ella. Era mona y debería ser muy simpática ya que sonreía con mucha naturalidad.
-¿No me negará que le ofrezca de estos riquísimos dátiles y nueces? Dijo. La miré y comprobé que por su edad podría ser mi hija, de haber tenido una cosa que nunca ocurrió.
-Con gusto que los probaré guapa. Le dije para seguir mirando en mi lista de la compra, pero me volvió a llamar.
-Oiga, oiga, sí, usted, por favor, tenga la bondad de rellenar este impresito para un sorteo para una vuelta al mundo. Me volví y la miré recordando a mi nuera que los sábados también trabaja de promotora en los hipermercados. Me dije qué difícil se está poniendo la vida para estas jóvenes. Volví sobre mis pasos y le dije: -Pero si estos sorteos no son otra cosa que reclamos y muchas veces timos. Pero ella contestó: -Le aseguro que en esta ocasión no será así, por favor cumplimente con sus datos este pequeño impreso, en la absoluta seguridad que no serán confiados ni entregados a terceras personas y, además, puede estar seguro que tendrá noticias mías muy pronto. Y así lo hice.
Por cierto, con aquella conversación olvidé comprar los dos paquetes de café descafeinado molido que necesitaba.
Anteayer, sobre las 10 de la mañana recibía una llamada a mi teléfono móvil precedida de un mensaje SMS para que por favor la atendiese por ser muy importante. Reconocí la voz de aquella chica que me ofreció dátiles y nueces en Mercadona y tras presentarse, me dijo que me iba a pasar con el presidente de Dry Fruits and Waltnuts Company en Los Ángeles, que si necesitaba traducción ella se quedaría en otro teléfono y me facilitaría la conversación y así lo hizo.
-This is James C. Morrison speaking Mr. Ripley. Congratulations for being our winner for a wonderfull One Year Travel around the world all expenses paid by our company... Para inmediatamente oír la voz de la chica que decía: le habla nuestro presidente Mr. James C. Morrison, quien le felicita por ser el ganador de un maravilloso premio para viajar por todo el mundo durante un año con todos los gastos pagados. ¿Recuerda cuando le dije que recibiría noticias mías? Mi más sincera felicitación también Sr. Ripley.
Ahora, estoy sentado frente a los televisores que indican las salidas y horarios de los aviones en la T4 del Aeropuerto de Madrid, decidiendo qué lugar será el primero que elija para disfrutar mi premio.
Ah, me olvidaba, hace como un mes se me diagnosticó un tumor maligno que avanza a gran velocidad afectando peligrosamente a distintos órganos vitales.
(C)Jesús María Serrano