martes, 27 de octubre de 2015
LA NIÑA QUE SE QUEDÓ A MEDIAS
Ya he dicho antes que a mi pueblo el color llegó poco a poco. Eso no significa que no tuviésemos colores, claro que los teníamos pero eran lisos no mezclados como ahora, si te ibas a la playa, sólo veíamos dos: el verde de la mar y la tierra que iba cambiando, a veces marrón, otras blanquecina, eso es lo que teníamos y nos bastaba.
Si alguien preguntaba qué color tiene hoy el agua, era sencillo responder, verde fuerte, verde flojito, verde brillante o verde botella y el otro se quedaba encantado.
La pobreza siempre ha sido muy mala, recuerdo a una chiquilla que sus padres eran también muy pobres que le ocurrió una cosa terrible. Estábamos todos buscando colores mientras ella por ser pobre lavaba. Sí, lavaba, su madre era una mujer joven, pelo recogido en un moño y un vestido gris, siempre arqueada en el bajo de una casa vieja de la calle Federico Rubio, allí la madre y luego, la madre y la hija, lavaban ropa. Las lavaban con un jabón verde al que le habían estampado un lagarto, no paraban de lavar. Con un panorama de este calado, ni la madre ni la hija buscaban colores, la pobres se afanaban el día entero en separar, lavar, tender, planchar y recoger aquellos grandes e interminables baldes de ropa sucia.
La niña que se quedó a medias no tuvo tiempo de buscar colores como nosotros, se quedo allí, en aquella asesoria lavando y tendiendo, planchando y sudando la gota gorda como se decía antes, pero el progreso de Franco seguía, bueno, ahora podemos decirlo así, antes decíamos el progreso del Régimen. Sabíamos que había un Régimen porque en los partes, que era como llamábamos a los informativos, sonaba el himno de España y algunos cantaban: Arriba España alzad...
Pero la niña se perdió el progreso de España y como no tuvo tiempo de buscar colores sufrió mucho. El pintor que se encargaba por la noche de encalar las casas con colores terminó su trabajo, ya todos de una manera u otra teníamos los nuestros, yo elegí azul, verde, gris y rojo, además de un poco de blanco para el verano. Una pena. Recuerdo que un día que le llamaban Día de la Raza donde barcos de guerra con marineros armados atracaban en nuestro río, todos estábamos vestido en technicolor y ella, pobrecita, sólo tenía en technicolor las piernas, el resto del cuerpo se quedó en blanco y negro.
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