Aquel jubilado escribía en su Mac siempre los relatos de un tirón, decía que así le era más fácil puesto que una vez que te pones a ello las ideas fluyen automáticamente, de modo que aquella noche tras haberse leído los titulares de algunos periódicos digitales y pillarse un cabreo con las noticias, sobre todo dos de ellas, la primera contaba que un nutrido grupo de neonazis uniformados habían desfilado brazo derecho en alto y enarbolando banderas por el barrio de Chueca al grito de "fuera sidosos de Madrid" y "maricas fuera de nuestros barrios" y la otra, del Banco de España, que se hacía eco de las manifestaciones de uno de los mandamases de los empresarios que alertaban sobre la catástrofe que supondría subir 15 euros a los salarios mínimos.
El jubilado no comprendía nada, ¿cómo la policía escoltaba a un grupo de neonazis amedrentando a la gente en Madrid cuando el nazismo fue juzgado y condenado en Nuremberg? ¿Cómo medio euro al día iban a arruinar la economía española?
Por eso no le quedaba otra opción que escribir relatos insensatos y escuchar jazz a todas horas porque entendía que su país se había ido al carajo.
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