miércoles, 29 de diciembre de 2010
TENÍA QUE SER ANDALUZA LA TÍA
Llovía tela esa noche sobre la tienda de campaña instalada frente al Ministerio de Agricultura y Pesca, todos los recortes de prensa que uno a uno habíamos recortado de los periodistas aburridos que habían pasado por allí, se estaban mojando o despegando, casi no pasaban coches y el suelo de la tienda no era tan aislante como rezaba en la bolsa de Makro.
LLevaban allí más de tres meses. Y todo por aquella absurda prohibición de la Ministra Rosa Aguilar. Tenía que ser andaluza la tía. Bien que nos había jodido estableciendo una veda de la caballa.
Se puso el chubasquero y salió reptando. Lo cierto es que de no ser por lo desagradable de la razón que allí Los tenía, en otras circunstancias hubiera dicho que se estaba bien. En Madrid no llueve como en Andalucía, que lo hace de forma tormentosa y con mucho viento, en la capital llueve pero de forma moderada
De repente, le sorprendió que alguién corría atravesando la avenida, corría a saltos y le pareció que venía vestido de rojo. Sí, vestía de rojo y traía un gorro también rojo con una bola blanca, el pobre venía mojado completamente y se dirigía a él.
-Coño. Dijo Ripley.
-¿Son ustedes los marineros que protestan por la veda de la caballa?
-Sí señor, somos nosotros.
-Menos mal que por fin los encuentro, soy San Nicolás y vengo de las lejanas nieves.
-¡Anda ya con el rollo primo! Dijo Rafael. Y se metió de nuevo en la tienda de campaña.
Rafael no daba crédito a lo sucedido y un compañero le preguntó: -¿Qué te pasa Rafael que has entrado con una mala cara del carajo?
-¿Qué me pasa, qué me pasa? La ministra, esa hija de puta que ha mandado al empleado de El Corte Inglés para convecernos que levantemos la huelga, eso es lo que me pasa.
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