lunes, 17 de octubre de 2016
CRÓNICAS DEL AUTODENOMINADO ESTADO VINÍCOLA ENOLÓGICO Y FUNDAMENTALISTA
Si alguien dice una parida ocurrente primero un pequeño grupo de snobs la repite y más tarde los medios de comunicación, para no salir de sus estudios la amplifican: no tienen arreglo.
Cuando se celebraba algo se hacía si era posible con vino y si era bueno pues mucho mejor, luego llegaron unos que se colgaron unos cucharones sin mango de una cadena al cuello y se autoproclamaron del Autodenominado Estado Vinícola Enológico Fundamentalista. Como nadie los corrió a gorrazos, se hicieron fuertes e inventaron el MARIDAJE DE VINOS:
En principio no se les hizo caso pero fundaron primero una cofradía y más tarde un ejército y luego, nombraron generales del EVEF que con sus tropas y acólitos nos sitiaron y más tarde conquistaron. Desde entonces no me puedo comer un bocadillo de mortadela con vino blanco porque el cura del EVEF dice que en su biblia se prohíbe esa mezcla, que no maridan bien y como soy un incauto pregunté qué era eso de maridar los vinos, se rieron y luego me insultaron, que si era un bruto, torpe, inculto, inepto, cenutrio, baldragas, bucéfalo, calamidad, incalificado, incapaz, desmañado, impotente, incapacitado, incompetente, indocumentado, ineficaz, inhábil, insuficiente, inútil, mandria o negado. Se cachondearon de mis cortos conocimientos maridatorios, me señalaban con sus dedos y me convertí en el blanco de sus burlas.
Me preguntaba por qué me estaba ocurriendo esto si lo único que pretendía era comerme un bocadillo de mortadela que había comprado en COVIRAN en un blister por 1 euro y cuando llegué a casa, miré en la nevera y mi corazón palpitó al ver una botella de vino blanco a medias, bueno más de la mitad, fresquito con su tapón puesto, la cogí y me serví una copa del mueble bar que estaba inmaculada de limpia y ya le había pegado el primer mordisco ocurrió, lo recuerdo perfectamente, porque me estaba paseando mirando lo que otrora fuera una viña de Garvey y ahora es un descampado donde... Mejor no hablemos de eso, allí estaba
mi inquisidora, se vino hacia mi y sin saludar me arrancó la copa y arrojó el preciado líquido a una achicoria seca que pedía socorro. -¿Qué haces quilla? Me has tirado mi copa de vino, concretamente una copita de Fino Pavón Puerto Fino fresquito y riquísimo. Y ella respondió: ¡No maridan! ¿Cómo? -Contesté ¿eso qué es? Cuánto me arrepiento de haber respondido eso, toda la virulencia del Autodenominado Estado Vinícola Enológico Fundamentalista se cebó conmigo y aquí estoy escribiendo este panfleto en papel higiénico por si alguien puede rescatarme.
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