LA
NOBLEZA: Y YO CON ESTOS PELOS
Estoy
abriendo un sobre muy historiado que me han entregado dos motoristas. Pues ya
es raro, porque a casa no llega cualquiera y los tíos se han plantado en la
puerta sin llamarme por teléfono, acojonados, perdidos y desorientados. -Oiga,
oiga, mire usted que venimos de... y no encontramos su casa ¿por dónde entramos,
por Juana Jugán? No, esta gente llegó a casa del tirón, pararon sus potentes
motocicletas, se acercaron a la puerta, llamaron al timbre (que lleva una pegatina
llame y espere). Salgo, digo espere. De ahí debe venir lo de la pegatina, cojo
en brazos al caniche le doy a la puerta y aguanto al pastor alemán.
-¿Es usted el excelentísimo señor don Jesús María?
-Jesús María sí soy yo, lo de excelentísimo está por ver...
-Muy bien. Luego se dirigió al otro. Brigada Esteruelas, proceda a sacar el sobre que tenemos para entregarle a don Jesús María.
-¿Ustedes son de la policía? Pregunté.
-Venimos de la Casa Real.
-¿De la Casa Real?
-Soy el teniente Martínez de Entrerriscos y González de Carrión, para servir a Dios, al Rey y a usted, don Jesús María. Y se cuadró militarmente. No daba crédito a lo que estaba viendo. Un teniente y un brigada de la Casa Real, más serios que la leche cuadrados delante mía, con el perro caniche en un brazo y con el otro aguantando al pastor alemán Rango Levante que los miraba a ellos y a mi porque el animalito no entendía nada.
-Mire don Jesús María, le traemos este sobre para notificarle que a petición expresa del Duque de Alba, se le ha concedido el honor de nombrarle Conde de los Pocos Dineros y Señor de los Amaneceres en la Playa de la Puntilla, título que ha sido aprobado por el Consejo Real y por Su Majestad el pasado día 24 de diciembre, poco antes de que se grabase el comunicado de felicitación navideña anual por televisión. También estoy autorizado a decirle, que este título está dotado económicamente con 1 euro sujeto a IRPF y lo faculta de todas las dignidades de los Grandes de España.
-Por favor, qué me está usted diciendo teniente Martínez de Entrerriscos.
-Comprendo que se quede algo sorprendido, pero no se preocupe, el próximo día 28 de febrero, será usted investido oficialmente en los Reales Alcázares de Sevilla, con la presencia de Su Majestad, la Presidenta de la Junta de Andalucía y el Delegado del Gobierno, al que me consta conoce personalmente.
-Ah sí tiene usted razón lo conozco, es de Jerez, amigo de mi hijo Pedro Luis.
-Efectivamente, estamos al corriente que su familia es de ley y orden. Conocemos su trayectoria. El Duque de Alba es el más ferviente admirador de sus relatos insensatos y, por cierto, la editorial Planeta está procediendo al maquetado de los mismos en edición Princesa de Asturias. Y ahora, tras felicitarlo, le entregamos este teléfono móvil satélite con número oculto, con el que puede ponerse en contacto con nosotros en cualquier circunstancia, estamos para servirle.
-Pues muchas gracias pero me parece que esto es un error, porque yo soy...
-¿Que es usted republicano? No se preocupe por eso, estamos al tanto, nuestro soberano es muy liberal y le encanta rodearse de hombres y mujeres de la cultura, sin importarle su pensamiento político, Su Majestad está por encima de las veleidades terrenales.
-No me lo puedo creer.
-Creáselo don Jesús María, créaselo. Estaremos en contacto. Se cuadró de nuevo, sonrió, indicó al brigada con la cabeza que se subiera a la moto y se fueron a gran velocidad.
¡Qué cosas me pasan, mira que nombrarme Conde de los Pocos Dineros y Señor de los Amaneceres en la Playa de la Puntilla!
-¿Es usted el excelentísimo señor don Jesús María?
-Jesús María sí soy yo, lo de excelentísimo está por ver...
-Muy bien. Luego se dirigió al otro. Brigada Esteruelas, proceda a sacar el sobre que tenemos para entregarle a don Jesús María.
-¿Ustedes son de la policía? Pregunté.
-Venimos de la Casa Real.
-¿De la Casa Real?
-Soy el teniente Martínez de Entrerriscos y González de Carrión, para servir a Dios, al Rey y a usted, don Jesús María. Y se cuadró militarmente. No daba crédito a lo que estaba viendo. Un teniente y un brigada de la Casa Real, más serios que la leche cuadrados delante mía, con el perro caniche en un brazo y con el otro aguantando al pastor alemán Rango Levante que los miraba a ellos y a mi porque el animalito no entendía nada.
-Mire don Jesús María, le traemos este sobre para notificarle que a petición expresa del Duque de Alba, se le ha concedido el honor de nombrarle Conde de los Pocos Dineros y Señor de los Amaneceres en la Playa de la Puntilla, título que ha sido aprobado por el Consejo Real y por Su Majestad el pasado día 24 de diciembre, poco antes de que se grabase el comunicado de felicitación navideña anual por televisión. También estoy autorizado a decirle, que este título está dotado económicamente con 1 euro sujeto a IRPF y lo faculta de todas las dignidades de los Grandes de España.
-Por favor, qué me está usted diciendo teniente Martínez de Entrerriscos.
-Comprendo que se quede algo sorprendido, pero no se preocupe, el próximo día 28 de febrero, será usted investido oficialmente en los Reales Alcázares de Sevilla, con la presencia de Su Majestad, la Presidenta de la Junta de Andalucía y el Delegado del Gobierno, al que me consta conoce personalmente.
-Ah sí tiene usted razón lo conozco, es de Jerez, amigo de mi hijo Pedro Luis.
-Efectivamente, estamos al corriente que su familia es de ley y orden. Conocemos su trayectoria. El Duque de Alba es el más ferviente admirador de sus relatos insensatos y, por cierto, la editorial Planeta está procediendo al maquetado de los mismos en edición Princesa de Asturias. Y ahora, tras felicitarlo, le entregamos este teléfono móvil satélite con número oculto, con el que puede ponerse en contacto con nosotros en cualquier circunstancia, estamos para servirle.
-Pues muchas gracias pero me parece que esto es un error, porque yo soy...
-¿Que es usted republicano? No se preocupe por eso, estamos al tanto, nuestro soberano es muy liberal y le encanta rodearse de hombres y mujeres de la cultura, sin importarle su pensamiento político, Su Majestad está por encima de las veleidades terrenales.
-No me lo puedo creer.
-Creáselo don Jesús María, créaselo. Estaremos en contacto. Se cuadró de nuevo, sonrió, indicó al brigada con la cabeza que se subiera a la moto y se fueron a gran velocidad.
¡Qué cosas me pasan, mira que nombrarme Conde de los Pocos Dineros y Señor de los Amaneceres en la Playa de la Puntilla!
-En
cuanto entre la Condesa de los Residuos Inertes y salude a S.M. ya inicia la
salida usted, don Jesús María. ¿Vale?
-¿Condesa de los Residuos dice usted? Por favor, dónde vamos a llegar pero...
-La Condesa Koplowitz, una gran dama, solita resuelve el reciclado de los vidrios nacionales, entra a la Corte a propuesta del Movimiento Ecologista.
-¿Que los ecologistas han apostado por esta tía...?
-Efectivamente. Prepárese.
-Pero es que me siento muy incómodo vestido de nazareno teniente Martínez de Entrerriscos. Es que soy ateo...
-Nada, nada, nada si esto es así don Jesús María, lo estamos viendo un día y otro también, ahora le toca a usted, salga decidido y procure no pisarse la túnica del Resusitará Algún Día.
Salgo tímidamente, miro alrededor, el salón de los Tres Deseos del Rey Al Mutamid está repleto de invitados cómodamente sentados sobre cojines en el suelo y al frente, en dirección a la fuente, de pie, esperándome Susana Díaz, el Delegado del Gobierno en Andalucía y el rey. Estoy temblando, cómo puedo haber aceptado esta tomadura de pelo, qué habré bebido o fumado para verme atravesando el salón donde impartiera justicia el Rey poeta en el S. XI, y además vestido de nazareno. Qué me está pasando.
-Enhorabuena. Dice el Delegado del Gobierno de Andalucía
-¿Condesa de los Residuos dice usted? Por favor, dónde vamos a llegar pero...
-La Condesa Koplowitz, una gran dama, solita resuelve el reciclado de los vidrios nacionales, entra a la Corte a propuesta del Movimiento Ecologista.
-¿Que los ecologistas han apostado por esta tía...?
-Efectivamente. Prepárese.
-Pero es que me siento muy incómodo vestido de nazareno teniente Martínez de Entrerriscos. Es que soy ateo...
-Nada, nada, nada si esto es así don Jesús María, lo estamos viendo un día y otro también, ahora le toca a usted, salga decidido y procure no pisarse la túnica del Resusitará Algún Día.
Salgo tímidamente, miro alrededor, el salón de los Tres Deseos del Rey Al Mutamid está repleto de invitados cómodamente sentados sobre cojines en el suelo y al frente, en dirección a la fuente, de pie, esperándome Susana Díaz, el Delegado del Gobierno en Andalucía y el rey. Estoy temblando, cómo puedo haber aceptado esta tomadura de pelo, qué habré bebido o fumado para verme atravesando el salón donde impartiera justicia el Rey poeta en el S. XI, y además vestido de nazareno. Qué me está pasando.
-Enhorabuena. Dice el Delegado del Gobierno de Andalucía
.
Tu hijo me habla a diario de ti, estamos encantados con tus relatos insensatos
y, por supuesto, hemos valorado muy positivamente tu entrada en la nobleza. Por
cierto, muy adecuado tu atuendo de nazareno. Lo saludo obnubilado.
-Muchas felicidades señor Conde de los Pocos Dineros y Señor de los Amaneceres en la Playa de la Puntilla, es un honor para esta presidenta que haya aceptado el título a propuesta del Duque De Alba.
-Muchas gracias, muchas gracias doña Susi, pero es que...
-Ya, ya, no se preocupe yo también voy al Rocío, gajes del oficio, siga que le espera el monarca.
-¿El monarca también?
-Claro, por supuesto, él le impondrá el Faetón de Oro.
-¿Pero un faetón no es un coche de caballos lujoso?
-Qué cultura tiene usted señor Conde, qué cultura, me alegra tanto comprobar la sabiduría y conocimientos de personas como usted, desconocidas hasta este momento, pero que gracias a los socialistas ponemos en valor.
-¿Valor? Valor el mío por prestarme a estar astracanada. Si no estuvieran los invitados rodeándome en torno a la fuente, salía corriendo y no paraba hasta Trebujena, por si Spielberg anda por allí todavía rodando El Imperio de sol y me subo a uno de los aviones nazis para desaparecer. Que barbaridad no me lo puedo creer.
-Venga a mis brazos señor Conde.
-¡Pero si eres Felipín!
-Claro que soy Felipín.
-Yo pensaba que eras otro porque como te dicen Felipón VI...
-Pero eso es por protocolo, yo Felipín, el niño que siempre estaba contigo en la playa de la Puntilla jugando, el mismo que iba tantas veces a pedirte un vaso de Espumosos Valdelagrana fresquito.
-Y además te conozco de Puerto Sherry.
-Claro, éramos vecinos, teníamos el 470 frente a vosotros, tus hermanos son tan simpáticos. ¿No recuerdas cuando yendo con papá y mamá inauguramos el Auditorio del Palma de Mallorca?
-Sí, lo recuerdo.
-Que yo te saludé y te dije, Jesús María que soy Felipín.
-Pues es verdad.
-Y en tu calle tantas veces, en el semáforo, cuando me pegaba mis fletes yendo para el pub El Convento.
-Coño, pues es verdad.
-Pues por eso aceptamos sin dudarlo en el Consejo del Reino tu nombramiento como conde. Nadie, nadie se lo merece más tú.
-¿No estarás de cachondeo que tú tienes mucha mandanga me acuerdo que de niño, vaya tela como eras?
-Mira te voy a imponer la banda verde y blanca de los Omeyas que son primos lejanos míos y te impongo el faetón de oro.
Los aplausos me hicieron volver en mí. Mientras tanto me iba diciendo, no puedo volver al Puerto, qué vergüenza más grande, qué bajo he caído, qué bajo he caído...
-Muchas felicidades señor Conde de los Pocos Dineros y Señor de los Amaneceres en la Playa de la Puntilla, es un honor para esta presidenta que haya aceptado el título a propuesta del Duque De Alba.
-Muchas gracias, muchas gracias doña Susi, pero es que...
-Ya, ya, no se preocupe yo también voy al Rocío, gajes del oficio, siga que le espera el monarca.
-¿El monarca también?
-Claro, por supuesto, él le impondrá el Faetón de Oro.
-¿Pero un faetón no es un coche de caballos lujoso?
-Qué cultura tiene usted señor Conde, qué cultura, me alegra tanto comprobar la sabiduría y conocimientos de personas como usted, desconocidas hasta este momento, pero que gracias a los socialistas ponemos en valor.
-¿Valor? Valor el mío por prestarme a estar astracanada. Si no estuvieran los invitados rodeándome en torno a la fuente, salía corriendo y no paraba hasta Trebujena, por si Spielberg anda por allí todavía rodando El Imperio de sol y me subo a uno de los aviones nazis para desaparecer. Que barbaridad no me lo puedo creer.
-Venga a mis brazos señor Conde.
-¡Pero si eres Felipín!
-Claro que soy Felipín.
-Yo pensaba que eras otro porque como te dicen Felipón VI...
-Pero eso es por protocolo, yo Felipín, el niño que siempre estaba contigo en la playa de la Puntilla jugando, el mismo que iba tantas veces a pedirte un vaso de Espumosos Valdelagrana fresquito.
-Y además te conozco de Puerto Sherry.
-Claro, éramos vecinos, teníamos el 470 frente a vosotros, tus hermanos son tan simpáticos. ¿No recuerdas cuando yendo con papá y mamá inauguramos el Auditorio del Palma de Mallorca?
-Sí, lo recuerdo.
-Que yo te saludé y te dije, Jesús María que soy Felipín.
-Pues es verdad.
-Y en tu calle tantas veces, en el semáforo, cuando me pegaba mis fletes yendo para el pub El Convento.
-Coño, pues es verdad.
-Pues por eso aceptamos sin dudarlo en el Consejo del Reino tu nombramiento como conde. Nadie, nadie se lo merece más tú.
-¿No estarás de cachondeo que tú tienes mucha mandanga me acuerdo que de niño, vaya tela como eras?
-Mira te voy a imponer la banda verde y blanca de los Omeyas que son primos lejanos míos y te impongo el faetón de oro.
Los aplausos me hicieron volver en mí. Mientras tanto me iba diciendo, no puedo volver al Puerto, qué vergüenza más grande, qué bajo he caído, qué bajo he caído...
--Tercera
entrega del relato insensato LA NOBLEZA Y YO CON ESTOS PELOS--
-Pues
mire, no se lo creerá, pero lo que le estoy contando es la puritita verdad,
aunque yo mismo no me la crea. Aquí estoy sentado mirándome las manos y
contándole a una desconocida que me han nombrado conde. Puedo probarlo porque
tengo en casa el Faetón de Oro que me impuso Felipón VI, al que yo conocía de
niño, pero que nunca pude imaginarme sería rey algún día, es más, por entonces
teníamos a un dictador del Ferrol ¿lo conoció usted? Veo que no, es muy joven.
Pues sí, al chaval lo traía un pastor protestante que vivía en Jerez y mi
padre, que era rojo, apoyaba todo lo que el régimen denostaba, cuando se enteró
que profesaba una religión distinta, enseguida le buscó hueco entre las casetas
de la playa de La Puntilla. Y ese pastor traía gente muy rara, sin que quiera
decir con esto que Felipón lo sea, era un muchacho normal, algo más alto que
nosotros, sin que seamos bajos pero no destacaba del resto de veraneantes. Sí,
recuerdo que el pastor le compró a su hijo Julián una Velosolex y que le dijo,
estando presente su hermana y Felipón, por entonces Felipín, que era un regalo
regio. Claro, cómo podía entonces intuir que la Casa Real, siempre tan
comedida, quería agradecerle a don Julián, que era como nosotros lo llamábamos
al mentor del infante reconocimiento por los servicios prestados. El hijo del
pastor era buen amigo mío, se llamaba tambiénJulián, un chaval encantador,
tenía muchos juguetes modernos y caros y la Velo-Solex no me sorprendió. Por
las mañanas se venía muy temprano hasta la playa y como allí el jaleo no
empezaba hasta algo más de las 12 del mediodía, nos lo pasábamos muy bien.
Gracias a él pude conducirla. El infante sólo venía ciertos días de la semana
en un Seat 1.500 negro, con un par de hombres vestidos de gris que pedían coñac
y no se quitaban nunca la chaqueta, por mucho calor que hiciese. Raramente
hablaban entre ellos. Sí, con razón me recuerda el muchacho, fueron varias
temporadas y luego en PuertoSherry, en fin lo que ya conoce.
-¿Algo más?
-En este momento recuerdo porque me decanté pon una túnica de nazareno para el nombramiento, que por cierto al principio me negué, hasta que mis allegados me convencieron que ni se me ocurriera, porque este país es muy jodido y esas cosas no se permiten. Enfadado, no tuve más remedio que aceptarlo, no tenía la ropa adecuada para estar en la ceremonia del Alcázar de Sevilla, que aquí le llamamos del rey Don Pedro y sin embargo era del Rey Poeta, de Al Mutamid, el mismo que tiene una calle un Larache porque su exilio lo pasó en esa ciudad que a mí me gusta tanto, por cierto muy abandonada, una pena. Bueno, todo se había precipitado muchísimo y no quería gastarme un dineral en comprarme un smoking para una capullá, sí, tiene razón podría haberlo alquilado pero no se me ocurrió, así que escuchando a Serrat que cantó a los poetas prohibidos por Franco en mi casa de la calle San Bartolomé número 33, una casa preciosa donde nací, eso sí que era un palacio, recordé a Don Guido: "...era don Guido un señor/ de mozo muy jaranero/ muy galán, algo torero/ de viejo gran rezador/ cuando mermó su riqueza/ era su monomanía/ pensar que pensar debía/ en asentar la cabeza/ y asentola de una manera española..." en fin usted probablemente lo conozca el poema, porque es una persona culta.
-No, lo siento, ¿me puede decir el autor?
-Claro, por supuesto, se trata de don Antonio Machado, el hermano rojo de los Machado, Antonio y Manuel, hijos del administrador de los duques de Alba en Sevilla. ¿Duques de Alba, lo coge? Los mismos que me propusieron para ser Conde de los Pocos Dineros y Señor de los Amaneceres en la Playa de La Puntilla. Lo que no me pase a mi...
-Vale por hoy, tómese estas píldoras y mañana continuamos.
-¿Algo más?
-En este momento recuerdo porque me decanté pon una túnica de nazareno para el nombramiento, que por cierto al principio me negué, hasta que mis allegados me convencieron que ni se me ocurriera, porque este país es muy jodido y esas cosas no se permiten. Enfadado, no tuve más remedio que aceptarlo, no tenía la ropa adecuada para estar en la ceremonia del Alcázar de Sevilla, que aquí le llamamos del rey Don Pedro y sin embargo era del Rey Poeta, de Al Mutamid, el mismo que tiene una calle un Larache porque su exilio lo pasó en esa ciudad que a mí me gusta tanto, por cierto muy abandonada, una pena. Bueno, todo se había precipitado muchísimo y no quería gastarme un dineral en comprarme un smoking para una capullá, sí, tiene razón podría haberlo alquilado pero no se me ocurrió, así que escuchando a Serrat que cantó a los poetas prohibidos por Franco en mi casa de la calle San Bartolomé número 33, una casa preciosa donde nací, eso sí que era un palacio, recordé a Don Guido: "...era don Guido un señor/ de mozo muy jaranero/ muy galán, algo torero/ de viejo gran rezador/ cuando mermó su riqueza/ era su monomanía/ pensar que pensar debía/ en asentar la cabeza/ y asentola de una manera española..." en fin usted probablemente lo conozca el poema, porque es una persona culta.
-No, lo siento, ¿me puede decir el autor?
-Claro, por supuesto, se trata de don Antonio Machado, el hermano rojo de los Machado, Antonio y Manuel, hijos del administrador de los duques de Alba en Sevilla. ¿Duques de Alba, lo coge? Los mismos que me propusieron para ser Conde de los Pocos Dineros y Señor de los Amaneceres en la Playa de La Puntilla. Lo que no me pase a mi...
-Vale por hoy, tómese estas píldoras y mañana continuamos.
En
la puerta un celador me acompañó a la habitación, tras registrarme el pijama
por si llevaba encendedor. Le dije: -¿Cuándo te vas a enterar que yo no fumo
cojones?
Cuarta
entrega del relato:
-Aléjate
de mí, vieja fea, no te quiero. No vengas más a mis sueños, apártate, no me
jorobes más coño.
-De eso nada, te estaré puteando durante toda la eternidad.
-¿Por qué, por qué me tratas así?
-¿Y me lo preguntas?
-Claro que te lo pregunto, si no paro de tener pesadillas contigo, no puedo cerrar los ojos, mira donde he terminado.
-Y lo que te queda que pasar so mamón.
-¿Pero por qué, qué te he hecho yo?
-¿Te atreves a preguntarlo?
-¡Vete ya, eres sólo una pesadilla mala, vete ya, no eres verdad!
En ese momento despierto de la pesadilla porque un celador me ha volcado un cubo de agua fría en la cara.
-Gracias, gracias celador amado por despertarme, qué miedo estoy pasando coño. ¡Qué horror no puedo conciliar el sueño! Mira acabo de pensar que...
-¡Alto ahí que yo sólo soy celador, las interpretaciones se las dejas a los psiquiatras que para eso cobran más!
-Hombre.
-¡Ni pero ni carajo, mi misión si te veo desasosegado y nervioso es despertarte y si te has mojado darte un pijama nuevo, pero que sepas que mi colectivo está en huelga y yo en servicios mínimos. Hasta ahí llego y no doy un paso más!
-Gracias de todas maneras compañero.
-¿Compañero mío tú?
-Sí, compañero, claro que sí.
-Anda ya, si tu eres el Conde de los Pocos Dineros y el Señor de los Amaneceres de La Puntilla.
-Otro con la misma puta cantinela. Joder, que yo no he pedido nada, que ha sido una imposición.
-Anda, anda que con bueno has dado porque soy republicano sabes conde de pacotilla.
-¡Y yo también!
-Date una ducha y ponte el pijama limpio y seguro que vas a dormir hasta bien tarde, ahora la enfermera te inyectará dosis triple de Valium Fortefortísimo 150mg.
-¿Eso me va a poner la enfermera? Miedo me das, así me estoy volviendo majareta desde que entré en esta jodida cuarta planta del hospital de Puerto Real.
-¡Que te duches ya y no me molestes más durante mi guardia! Y cierra la puerta de un portazo que despierta a mi compañero, que está ingresado por haberle secuestrado el Lamborghini a un sobrino de Rodrigo Rato.
-¿Qué pasa, qué pasa?
-Nada, tranquilo, no pasa nada, que hay gente con mucha mala leche, duérmete, duérmete. Duérmete niño, duérmete ya que viene el coco y te va a llevar... Así, así. Qué barbaridad no sé cómo salir de este atolladero, está por un lado el nombramiento, por otro las envidias que esto ha propiciado y en medio estoy yo, que no he pedido nada, sólo quiero dormir y ni eso me dejan, porque llega la tía esa que no para de bailar e insultarme. Si se lo cuento a la psiquiatra me deja aquí para siempre, tengo que ocultarlo, que estoy muy bien, que la medicación es buenísima, o me dedico a echarle cara a las cosas o me quedo en esta puta cuarta planta del hospital universitario.
-De eso nada, te estaré puteando durante toda la eternidad.
-¿Por qué, por qué me tratas así?
-¿Y me lo preguntas?
-Claro que te lo pregunto, si no paro de tener pesadillas contigo, no puedo cerrar los ojos, mira donde he terminado.
-Y lo que te queda que pasar so mamón.
-¿Pero por qué, qué te he hecho yo?
-¿Te atreves a preguntarlo?
-¡Vete ya, eres sólo una pesadilla mala, vete ya, no eres verdad!
En ese momento despierto de la pesadilla porque un celador me ha volcado un cubo de agua fría en la cara.
-Gracias, gracias celador amado por despertarme, qué miedo estoy pasando coño. ¡Qué horror no puedo conciliar el sueño! Mira acabo de pensar que...
-¡Alto ahí que yo sólo soy celador, las interpretaciones se las dejas a los psiquiatras que para eso cobran más!
-Hombre.
-¡Ni pero ni carajo, mi misión si te veo desasosegado y nervioso es despertarte y si te has mojado darte un pijama nuevo, pero que sepas que mi colectivo está en huelga y yo en servicios mínimos. Hasta ahí llego y no doy un paso más!
-Gracias de todas maneras compañero.
-¿Compañero mío tú?
-Sí, compañero, claro que sí.
-Anda ya, si tu eres el Conde de los Pocos Dineros y el Señor de los Amaneceres de La Puntilla.
-Otro con la misma puta cantinela. Joder, que yo no he pedido nada, que ha sido una imposición.
-Anda, anda que con bueno has dado porque soy republicano sabes conde de pacotilla.
-¡Y yo también!
-Date una ducha y ponte el pijama limpio y seguro que vas a dormir hasta bien tarde, ahora la enfermera te inyectará dosis triple de Valium Fortefortísimo 150mg.
-¿Eso me va a poner la enfermera? Miedo me das, así me estoy volviendo majareta desde que entré en esta jodida cuarta planta del hospital de Puerto Real.
-¡Que te duches ya y no me molestes más durante mi guardia! Y cierra la puerta de un portazo que despierta a mi compañero, que está ingresado por haberle secuestrado el Lamborghini a un sobrino de Rodrigo Rato.
-¿Qué pasa, qué pasa?
-Nada, tranquilo, no pasa nada, que hay gente con mucha mala leche, duérmete, duérmete. Duérmete niño, duérmete ya que viene el coco y te va a llevar... Así, así. Qué barbaridad no sé cómo salir de este atolladero, está por un lado el nombramiento, por otro las envidias que esto ha propiciado y en medio estoy yo, que no he pedido nada, sólo quiero dormir y ni eso me dejan, porque llega la tía esa que no para de bailar e insultarme. Si se lo cuento a la psiquiatra me deja aquí para siempre, tengo que ocultarlo, que estoy muy bien, que la medicación es buenísima, o me dedico a echarle cara a las cosas o me quedo en esta puta cuarta planta del hospital universitario.
Tras la ducha consigo relajarme y me duermo. Diez minutos después aparece otra vez la tía bailando e insultándome en mis sueños.
-¡Pero coño, ya está bien de entrar en mis sueños como en el patio de tu casa, vete al carajo tía!
-Te voy a amargar la vida cabrón.
-Otra vez a insultarme y no bailes más coño, que bailas muy malamente.
-No te consiento que critiques mi arte, mi danza procede de los faraones.
-¿Que los faraones bailaban, anda ya si eran más vagos que los muelles de guita?
-Claro que bailaban y yo soy la heredera universal de esa sapiencia antigua, soy La Faraona de Jerez.
-¿La Faraona de Jerez? Eso me suena muchísimo... ¿tú no serás Lola Flores?
-¿Acaso no se nota?
-¿Y por qué te metes en mis sueños y me provocas pesadillas malinas, qué daño te he hecho? Si yo he apoyado el flamenco y me cuidó la Paquera en la calle Baro cuando era un niño, pregunta por ahí.
-Mira te odio y te odiaré mientras esté muerta, porque tú has conseguido sin pedirlo llegar a ser conde y yo, que lo he pedido desde siempre, que me hice amiga hasta de Franco no he podido serlo, con lo que lo he deseado.
-Pero la culpa no es mía Lola, compréndelo.
-Por eso, por eso, por eso nunca te dejaré tranquilo Conde de los Pocos Dineros y Señor de los Amaneceres de la Playa de la Puntilla. Y ahora sigo mortificándote: ...soy de la raza ca-lé y un lerele, un lerele y u lerele-lerelelelerá...
-Joder la que me ha caído, la Lola que está muy loca en su fase obsesivo compulsiva y envidiosa... ¿Pero qué oigo? No puede ser así, parece que…
-Sarandonga, sarandonga, sarandonga...
¡Lo que faltaba y ahora aparece la hija para ayudarla!
Entrega
5 -LA PSICÓLOGA DEL MANICOMIO
Si
por lo menos consiguiera llegar al armario donde tienen guardados mis efectos
personales y el teléfono que me trajo para emergencias el teniente motorista de
la Guardia Real, podría utilizarlo y llamar, pero eso es muy difícil, esta
gente está ahí en el puesto de enfermería continuamente y se hace complicado
llegar al mismo, pero no me queda otro remedio. Eso haré, trataré de disimular,
por la mañana tras el desayuno y la inspección, que por cierto me parece
excesiva, sobre todo si lo que pretenden saber es si nos hemos tomado la
medicación, no creo que sea ortodoxo una inspección genital con un boli BIC de
punta gruesa y ese mismo bolígrafo que nos lo introduzcan por el culo. ¡No lo
veo, no lo veo, pero no protestaré o me quedo aquí hasta que se proclame la III
República por generación espontánea! Sí, me voy a portar bien. Tras la
inspección, me iré a la terraza, aunque haga mucho frío y pediré fumar, porque creo
que mi mayor error ha sido decir que no fumo, aquí fuma todo el mundo, esto
apesta a humo que da asco, fumaré y si no fumo, pues disimularé le pediré fuego
una y otra vez a los celadores y correré hasta la terraza como hacen mis
compañeros. Sí, ésa creo que es la única salida, ganarme a estos guripas y
buscar la oportunidad para trincar el teléfono satélite de la Casa Real.
-Vamos a ver, dónde está Serrano. Pregunta el celador con la cara de mala hostia, sí ese que se llaman Sebastián, la antítesis de un trabajador de la psiquiatría, si pudiera nos pegaba, que tío más mamón, anteayer en la inspección anal le tuve que decir: -Quillo no profundices más con el bolígrafo que el culo es mío, ¿qué coño buscas?
-Sí, soy Serrano, qué se le ofrece, no he venido antes porque estaba fumando en la terraza porque he vuelto al vicio, quiero fumar, quiero fumar lo que sea, pero que arda.
-Sígueme que te espera la psicóloga.
-¿La psicóloga y ésa quién es?
-En doña Virtudes, una psicóloga del Opus Dei.
-¡Del Opus Dei!
Se para frente a un despacho, llama dos veces a la puerta, la abre y comenta que estoy esperando fuera. No oigo lo que le contesta, parece que le dice que espere en el pasillo, me arreglo el pijama que es celeste y tres tallas superiores a la mía y tiene sobre el bolsillo de la chaqueta, el anagrama de la Junta de Andalucía. Si tuviera babuchas estaría mejor, pero como me trincaron de sopetón, llevo las botas camperas sin calcetines. Y las llevo, porque los condes siempre andamos por el campo a caballo o en las cercanías de los puertos deportivos, para embarcar en los yates y navegar, navegar, navegar, ése es nuestro destino. Como soy conde los Pocos Dineros me las tengo que aviar con algún plebeyo que me lleve, pero no es difícil, la gente se parte el culo por subir a un noble a su embarcación.
-¡Serrano paseeee!
-Debe ser la del Opus Dei. Voy para allá. -¿Se puede?
-Siéntese y permanezca callado, aquí soy yo la que manda. ¿Entendido?
-Totalmente.
-¿Cuándo fue la última vez que se confesó y comulgó?
-¿Cómo dice usted?
-¿Última confesión?
Pero esto es peor que vivir en el tren de los escobazos, dando vueltas continuamente y cada vez que se mueve una sombra te arrean. No sé contestarle a esta mujer, si le digo que soy ateo me monta una corte marcial y me condena a muerte. Improvisaré a ver si tengo suerte.
-Pues, mire usted, creo que, si no recuerdo mal, así a bote pronto, más o menos, sin mucha precisión…
-¿Cuándo?
-El sábado pasado, lo recuerdo perfectamente con un sacerdote mayor que llevaba sombrero y sotana, llevaba sotana, se llama don Aristócrata de los hermanos Jesuitas.
-¿De los Jesuitas?
-Poco me fío yo de esa orden, está muy relajada últimamente.
-¿Del aborto qué piensa?
-¡Absolutamente en contra, un crimen horrendo, una barbaridad, un horror!
-¿Usa preservativos?
-Yo, jamás, doña Virtudes, todo amor y todo búsqueda de la vida y de la madre que me parió.
-¿Ha estado en el Vaticano?
-Sí señora y he bebido agua de las fuentes milagrosas y he visitado la cuatro basílicas mayores y he orado por las ánimas del Purgatorio…
-Bien.
(Uf, menos mal que he conseguido frenar a la carca ésta, qué bicho y eso que no tiene más de 30 años, ésta le quita el puesto a Torquemada)
-Vamos a ver, usted lleva aquí hoy 5 días, lo ha visto la doctora Govantes y explica en su informe que padece una paranoia de nobleza aguda. ¿Me está comprendiendo?
-Perfectamente, estoy de acuerdo en todo, no soy conde ni nada, soy un mindundi pero he estado en el Vaticano, no uso preservativos, contrario al aborto, de los Jesuitas y me confieso y comulgo. Me arrepiento, me arrepiento, me arrepiento…
-Vamos a ver, dónde está Serrano. Pregunta el celador con la cara de mala hostia, sí ese que se llaman Sebastián, la antítesis de un trabajador de la psiquiatría, si pudiera nos pegaba, que tío más mamón, anteayer en la inspección anal le tuve que decir: -Quillo no profundices más con el bolígrafo que el culo es mío, ¿qué coño buscas?
-Sí, soy Serrano, qué se le ofrece, no he venido antes porque estaba fumando en la terraza porque he vuelto al vicio, quiero fumar, quiero fumar lo que sea, pero que arda.
-Sígueme que te espera la psicóloga.
-¿La psicóloga y ésa quién es?
-En doña Virtudes, una psicóloga del Opus Dei.
-¡Del Opus Dei!
Se para frente a un despacho, llama dos veces a la puerta, la abre y comenta que estoy esperando fuera. No oigo lo que le contesta, parece que le dice que espere en el pasillo, me arreglo el pijama que es celeste y tres tallas superiores a la mía y tiene sobre el bolsillo de la chaqueta, el anagrama de la Junta de Andalucía. Si tuviera babuchas estaría mejor, pero como me trincaron de sopetón, llevo las botas camperas sin calcetines. Y las llevo, porque los condes siempre andamos por el campo a caballo o en las cercanías de los puertos deportivos, para embarcar en los yates y navegar, navegar, navegar, ése es nuestro destino. Como soy conde los Pocos Dineros me las tengo que aviar con algún plebeyo que me lleve, pero no es difícil, la gente se parte el culo por subir a un noble a su embarcación.
-¡Serrano paseeee!
-Debe ser la del Opus Dei. Voy para allá. -¿Se puede?
-Siéntese y permanezca callado, aquí soy yo la que manda. ¿Entendido?
-Totalmente.
-¿Cuándo fue la última vez que se confesó y comulgó?
-¿Cómo dice usted?
-¿Última confesión?
Pero esto es peor que vivir en el tren de los escobazos, dando vueltas continuamente y cada vez que se mueve una sombra te arrean. No sé contestarle a esta mujer, si le digo que soy ateo me monta una corte marcial y me condena a muerte. Improvisaré a ver si tengo suerte.
-Pues, mire usted, creo que, si no recuerdo mal, así a bote pronto, más o menos, sin mucha precisión…
-¿Cuándo?
-El sábado pasado, lo recuerdo perfectamente con un sacerdote mayor que llevaba sombrero y sotana, llevaba sotana, se llama don Aristócrata de los hermanos Jesuitas.
-¿De los Jesuitas?
-Poco me fío yo de esa orden, está muy relajada últimamente.
-¿Del aborto qué piensa?
-¡Absolutamente en contra, un crimen horrendo, una barbaridad, un horror!
-¿Usa preservativos?
-Yo, jamás, doña Virtudes, todo amor y todo búsqueda de la vida y de la madre que me parió.
-¿Ha estado en el Vaticano?
-Sí señora y he bebido agua de las fuentes milagrosas y he visitado la cuatro basílicas mayores y he orado por las ánimas del Purgatorio…
-Bien.
(Uf, menos mal que he conseguido frenar a la carca ésta, qué bicho y eso que no tiene más de 30 años, ésta le quita el puesto a Torquemada)
-Vamos a ver, usted lleva aquí hoy 5 días, lo ha visto la doctora Govantes y explica en su informe que padece una paranoia de nobleza aguda. ¿Me está comprendiendo?
-Perfectamente, estoy de acuerdo en todo, no soy conde ni nada, soy un mindundi pero he estado en el Vaticano, no uso preservativos, contrario al aborto, de los Jesuitas y me confieso y comulgo. Me arrepiento, me arrepiento, me arrepiento…
6ª Entrega del gran culebrón
Como en el manicomio me habían quitado todos mis objetos
personales, a los que sumaron, los cordones de los zapatos, el cinturón e incluso
el cordón para aguantarse la capucha del anorak, me resultaba muy difícil
calcular la hora que era y así escurrirme silenciosamente por los pasillos de
la temible cuarta planta del Hospital Universitario de Puerto Real, el loquero
que llamábamos por aquí. Todos dormían, ya se habían encargado entre la
enfermera Estefanía que era de Benaocaz (Estefanía que viene el santo, qué
santo, el santo San Blas), y el celador Paco Pérez, de hacernos tragar aquellas
medicaciones que nos dejan turulatos. Descalzo porque no tenía babuchas, con lo
frío que estaban las baldosas del suelo y encorvado, bueno, encorvado todo lo
que me permitía hacerlo mi más de 60 años, que es poco más que agachar algo la
cabeza, avanzaba por aquel larguísimo pasillo encendido únicamente por ciertas
luces estratégicamente colocadas por él. Los enfermos debían estar todos
dormidos, sólo oíamos ronquidos. Cuando faltaba poco más de un metro para el
control de enfermería, alargué el cuello y comprobé que Paco Pérez estaba
completando crucigramas en una habitación contigua, mientras tanto la enfermera
Estefanía, la del culo gordo, como la llamábamos los enfermos, revisaba las
carpetas individuales de los pacientes y anotaba las medicaciones e incidencias
del día. En ese momento, pensé qué podría hacer para distraerlos y no se me
ocurría nada, estaba aterido de soportar el frío del suelo y estuve en un tris
de volverme a mi habitación, abandonar el proyecto de llegar a mi taquilla para
recuperar el teléfono móvil que me entregó el teniente de la Guardia Real,
cuando me notificaron mi nombramiento como Conde de los Pocos Dineros y Señor
de los Amaneceres de la Playa de la Puntilla, insistiendo que ese teléfono era
muy importante, caso que me viese envuelto en alguna necesidad o emergencia,
ésta lo era evidentemente, puesto que la psicólogo del manicomio, doña
Virtudes, junto a la psiquiatra dudaban de la veracidad de mi nobleza y además,
debido a que reconocía tal distinción social, me veía hoy en un manicomio de
mierda, rodeado además de toda la ralea de plebeyos. Yo, todo un conde laureado
que había sido investido nada menos que por Felipón VI a instancias del Duque
De Alba. Pensando esto, oigo la puerta del ascensor, me tiro al suelo como una
garrapata y pido a los cielos que no me vean. Efectivamente se trata de una
enfermera que se dirige al control. Paco Pérez se levanta y al comprobar que es
personal de la casa vuelve a acomodarse y a su crucigramas en la tablet. Presto
atención para ver qué dicen, no las veo porque estoy tirado en el suelo justo
debajo del mostrador.
-Hola Silvia guapa, ya te estaba echando de menos.
-No tengo mucho tiempo Estefanía porque hoy tengo una auxiliar
nueva en mi servicio y la pobre no da pie con bola
-¿La traes?
-Por supuesto.
-Sácala.
-¡Aquí!
-No, tienes razón, mejor en ese despacho médico y así estudiamos
mejor los partidos.
-Esta quiniela la tenemos que ganar.
-¿De cuánto es?
-De 24 eurazos, 4 dobles y un triple.
-¿24 euros?
-Es que tengo un pálpito Estefanía, vamos a dar el pelotazo
seguro, de ésta no volvemos más a esta mierda de curro que tenemos.
Se meten en el despacho médico y dejan vacío el control, es mi
oportunidad, recuerdo perfectamente que mis cosas están el segundo armario de
la derecha, muy cerca de la puerta de la habitación donde está sentado Paco Pérez,
en el segundo estante en una bolsa azul. Repto un poco, me incorporo, llego al
armario, compruebo que las llaves están colgadas de una tablilla,
silenciosamente las tomo y voy probando con mucho cuidado si consigo abrir el
armario. La primera no es, la segunda tampoco, oigo carraspear a Paco Pérez que
fuma mucho, lo que me faltaba es que saliera ahora. Pruebo con la tercera y no
abre, sigo una más y click, abre. Vuelve a toser Paco. Me quedo quieto, miro en
el segundo estante y veo 6 bolsas azules. ¡Lo que me faltaba, todas las bolsas
con objetos personales y ropa son idénticas! Pienso rápidamente, vamos a ver si
llevo aquí para 6 días, debe estar en los rincones, abro la de la derecha y
tanteo con las manos, una caja de unos 12 centímetros, algo que parece una
camisa y un sujetador, ésta no es la mía, la dejo. La de al lado, una llena de
paquetes de tabaco tampoco es, vamos a ver si tengo más suerte: dos teléfonos,
una cartera gorda alemana, un boli Inoxcrom, ésta es la mía, la trinco y cierro
la puerta, me voy para la habitación. No me ha visto nadie. El corazón me va a
estallar, ya estoy otra vez escondido detrás del mostrador y sale Sofía con su
quiniela zapateando.
-Hasta luego Estefanía, seguro que no te vas a arrepentir de
hacer esta quinielón. Esto va a ser sonado.
Se acerca al ascensor, ve que está ocupado y decide bajar por
las escaleras. Momento que aprovecho para llegar a mi habitación y tirarme en
la cama con la tensión por las nubes. Bueno y ahora qué debo hacer ¿llamar
inmediatamente o esperar a por la mañana? No tengo la más pajolera idea sobre
este protocolo. Llamo ahora mismo. Tomo el teléfono que tiene muy poca batería
y un sólo número guardado Emergencias Casa Real. Yo llamo.
-Diga, ha llamado a la Casa Real, si lo hace por una emergencia
marque 1, si es para entrega de vituallas marque 2, si quiere hacer una
donación marque 3 y si no tiene la menor idea, cuelgue que ya está bien de
cachondeo esta noche.
-Voy a marcar el 1.
-Música de The Beatles. All my troubles seemed so far away/
Now it looks as though they're here to
stay/ Oh, I believe in yesterday.
-Diga, le atiende el Brigada Fernández.
-¿Se puede poner el teniente Martínez de Entrerriscos y González
de Carrión?
-Lo siento es imposible no está de guardia esta noche.
-Mire soy el Conde de los Pocos Dineros...
-¡A la orden de Usía, ahora mismo informo al capitán Julio Malo de
Molina ruego a Usía espere!
-Oh, oh, parece que el teléfono funciona ¿pero ha dicho Malo de
Molina? No, eso será un error mío que con tantos medicamentos no oigo bien.
-Lo dejo con mi capitán señor conde que tenga muy buenas noches.
No se retire por favor... -Diga, diga, soy el capitán Malo de Molina ¿algún
problema?
-¿Si tengo problemas, que me han ingresado en la cuarta planta
de Puerto Real, en la Unidad de agudos de Salud Mental mi capitán?
-¿Cómo?
-Por favor, escúcheme que me han tomado por loco y me han
ingresado. Hagan algo... Se oye un ruido y se pierde la comunicación. Batería
muerta.
Continuará
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