sábado, 6 de octubre de 2018

AUTODENUNCIA


En la comisaría espero pacientemente el momento en que me detengan por populista. Sale una señora que acaba de poner una denuncia porque el jamón que compró en Carrefiús tenía dentro pollo confitado. El policía que hace guardia a la entrada recibe una llamada y se dirige a mi.
-¿Es usted mismamente y viene provisto de todos los carnés?
Miro en mi cartera y compruebo que llevo: carné de identidad; del Cádiz C.F.; permiso para pescar en el espigón en días nones; de conducir y muy importante, de acceso a los parkings municipales previo pago inmediato con tarjeta.
-¡El de las piscinas municipales lo tiene caducado!
-Ya sabe con las prisas, como venía a entregarme por populista. Digo avergonzado porque me veo ya esposado y camino a Puerto Tres.
-¡Otro que se me cuela si estar debidamente identificado! Pase usted, pase pero no se le ocurra decirle al Subcomisario que no lo lleva encima, se aprovecha que estamos en un programa para ganarle a la Guardia Civil, volviendo a ser el organismo mejor valorado de la sociedad.
Ya dentro de la oficina de denuncias, que resulta ser un pupitre con un ordenata y dos divisiones de metro y medio de altura donde se oyen las denuncias de los otros.
-¡Siéntese! ¿No podía elegir otro día para su denuncia?
-Es que vengo a entregarme señor policía.
-¿De qué se acusa, qué ha hecho?
-He intentado que me pague el teléfono el Gobierno de Irán?
-¿Y qué?
-Me han colgado y me han mandado a la mierda.
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