viernes, 20 de diciembre de 2019

ENTRE UN SIGLO Y OTRO

ENTRE UN SIGLO Y OTRO
Ser de un siglo o de otro marca muchísimo, yo pertenezco al XX pasado, cuando se escuchaba la radio con un cable enchufado a la lámpara del comedor y se leían tebeos, bañadores Meyba, camisas de Terlenka y las Vespas, las tardes de domingo en el cine y el NO&DO mostraba las caras de los ministros en blanco y negro siempre de la tecnocracia y de la industria española personificada en el Seat 600, del tiroteo en el Congreso de los Diputados, la Cadena SER retransmitiendo acojonada, hasta que un descompuesto monarca apareció en la tele para decir que el golpe había fracasado posiblemente ayudado por Santa Claus y sus renos voladores.
Del siglo XX cuando toda la tecnología la vendían los japoneses empeñados en vender los transistores más pequeños y fabricar los trenes más rápidos que circulaban sobre colchón de aire, o de la entrada en la NATO tras González ya sin chaqueta de pana inventarse un galimatías que de entrada no, pero de salida ni se nos ocurra, del Escudo de Misiles de Ronald Reagan, la Unión Europea para codearnos con los países de nuestro entorno como uno más, democrático, plural y moderno. Los escaparates a rebosar de abetos y falsa nieve pero atronados por el Jingle Bells, jingle bells, jingle all the way...
Vivo un siglo XXI que se me antoja raro porque para hablarle a quienes están a mi lado debo enviarles WhatsApp y que me admitan en un grupo, de legiones de soldados de las galaxias, video juegos y teléfonos inteligentes y la mayoría de los jóvenes ya son universitarios aunque siguen sin trabajo exactamente igual que nos pasaba a nosotros, paro, precariedad o la emigración. Jubilados y pensionistas recordándonos durante dos años que es hora de atender a los mayores e impedir que las nuevas generaciones pierdan su derecho bien ganado. Dicen que es el siglo de las mujeres, ojalá sea así puesto que ya es hora de acabar con su marginación. El mundo entero escucha ya a los ecologistas y ahora se habla de emergencia climática. Internet nos ha dejado más solos pero las pantallas de televisión aumentan y brillan como nunca. La Navidad se acerca.
Menos mal que nos queda El Corte Inglés que encuentra elfos y sonrisas siempre por todos sitios ¿será que el futuro lo escriben en sus tiendas?
oooo000oooo

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