lunes, 7 de diciembre de 2015

LA INMORTALIDAD

¿Y dice usted que ha descubierto la inmortalidad? -Preguntó la funcionaria rubia de bote, en su cuarentena, con las piernas cruzadas de lado en su despacho y con la lima de uñas retocándoselas. -Pues sí. -¿Pero vamos a ver, no pretenderá usted que soy tonta? Mire usted, yo gané las oposiciones en 1992, lo recuerdo por el muñeco de Naranjito que tengo aquí. ¿lo vé? Él asIntió sin pronunciar palabra. Mire, normalmente soy educada y ofrezco una silla para que los inventores además de registrar sus inventos, puedan explicarse oralmente, pero a usted no le concederé esa licencia. -Pues vaya un comienzo en la Oficina de Patentes de I-D-I dijo el sanluqueño. -¿Cómo pretende usted convencerme que ha dado con la clave de la inmortalidad? -Fácilmente. -¿Fácilmente dice? Se salva porque no hay nadie esperando en la cola. -Pues bueno. -En fin, yo estoy aquí para recoger los documentos que presenten los inventores, tramitarlos y archivarlos pero con usted sinceramente opino que estoy perdiendo el tiempo. -¡Qué le vamos a hacer, no es usted la primera que se muestra escéptica ante mi propuesta, el tiempo nos dirá! -De acuerdo, explique de forma sucinta qué pretende patentar. -Cadáveres en salazón para uso constructivo público. Básicamente es eso, tiene algunas variantes pero con esa explicación se entiende mi patente. -¿Que pretende conservan cadáveres para la construcción? -Se podría decir que sí. -Eso es una barbaridad. -No lo creo. Actualmente los cadáveres son consumidos por otras especies en lo que llamamos la cadena trófica.El klil es comido por las ballenas y éstas a su vez por los japoneses, en fin usted ya sabe, pero cuando mueren los humanos perdemos su energía y su volumen, así nos deshacemos de ellos, bien inhumándolos o incinerándolos, ambos métodos son arcaícos e inútiles, el primero es lento, desagradable y maloliente, mientras que en el segundo se dilapidan grandes cantidades de energía mayoritariamente fósil, que facilita el efecto invernadero. Siguiendo las directrices del Protocolode de París, propongo la salazón de esos cadáveres y el uso de los mismos emparedados en los muros de los edificios públicos, de esa manera evitamos un buen número de ladrilllos y hormigón, aprovechamos el calcio de su indumentaria ósea y, quizás lo más importante, se le concede la dignidad de la inmortalidad, cabe que en el futuro alguien más listo que yo consiga devolverlos a la vida. Y así siguió explicando el inventor sanluqueño su proposición técnica. La funcionaria se había quedado lívida, su cara se iba demudando y ya no respiraba. Al notarlo el inventor se dirigió a ella para decirle. -Le ruego que se ponga en pie procure ponerse lo más tiesa posible y así nos evitará incómodos estiramientos en el proceso de salazón.

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