La llamada no la cogió nadie aunque eso no le preocupó y volvió a insistir hasta diecisiete veces. Sobre hora y media despúes, el secretario de la Subdelegada del Registro le llamó enfadado.
-Pérez ¿cómo te atreves llamar a 001 cuando en este servicio se sabe que eso sólo lo puedo hacer yo para pasarle alguna comunicación de Sevilla o Madrid?
-Es urgente Manolo, por eso lo he hecho.
-En Patentes nada es urgente, aquí nos dedicamos a documentar marcas e ideas, asuntos que se desarrollará en el futuro, si no estuviésemos trabajando no pasaría nada. Yo mismo estoy ahora en el apartamento que tienen mis padres en una playa de Zahora.
-Manolo tienes suerte, pero yo estoy aquí en el Registro más solo que la una y tengo a uno fuera que quiere patentar una idea.
-¡Una idea!
-Lo que oyes.
-Qué barbaridad -, dijo Manolo.
-Y dice que no se va.
-¿Le has hablado del Covid-19, del cierre de las instituciones para que no se propague la pandemia?
-Mira Manolo ya no sé qué decirle a este tío, ahí lo tengo que lo mismo se levanta que se sienta, pasea junto al barandal del patio, se asoma, mira hacía arriba, saca una calculadora, anota cosas y no se va. Ha llegado a las 8 en punto y pasa de la una, ha amenazado con encerrarse aquí si no lo atendemos y registramos su idea.
-Es grave, ese asunto no le conviene a la jefa porque ahora en el partido la tienen en el punto de mira por sus pasados escarceos con el presidente de la Junta. Tienes razón, es urgente, así que te la voy a pasar. Manolo transfiere la llamada a Mariluz Gómez de Lasaleta y Cairón del Viento de Levante. Suena varias veces. Mariluz acaba de salir de la peluquería y advierte que su teléfono corporativo suena. Se preocupa, se pone en guardia porque no la habían llamado desde hacía al menos cinco meses, busca en el bolso Gucci y entre otras cosas descubre su billetera, monedero, las llaves del coche, lápiz de labios, sombra de ojos, inyectable de ácido hialurónico, una agenda donde nunca anotó nada, una pluma Waterman con plumín de oro que tampoco ha estrenado, compresas, mascarillas de todos los colores para que combinen con su atuendo, tres condones, un paquete de kleenex, un cepillo para el pelo, tres caramelos de menta, dos fundas de gafas, encendedor Loewe y cigarrillos More, revuelto entre todo ello estaba el teléfono corporativo que no paraba de importunarla. Mira el número y reconoce que se trata de su secretario.
-Se va a enterar este, llamarme a mi, a mi con lo ocupada que estoy. Esto me pasa por buena, por aceptar que teletrabajara y así me paga llamándome, buscándome, importunándome. Lo coge.
-Manolo, mira que te lo tengo dicho, no me llames hasta que se produzca otro terremoto como el de Lisboa seguido de maremoto y que las olas lleguen a Villaluenga del Rosario.
-Lo siento mucho señora Gómez de Lasaleta pero estamos inmersos en una gran crisis.
-¡Tonterías! Qué mierda está pasando para que la jefa tenga que intervenir personalmente para resolver los asuntos ¿qué clase de funcionarios tengo?
-Ha aparecido un hombre en Cádiz y quiere registrar una idea.
-¿Cómo? ¿Estás borracho? Te lo tengo dicho, no bebas y mucho menos en el trabajo. ¿Quieren registrar una idea en Cádiz?
-Mucho me temo que sí, el funcionario está desesperado, lleva en el edificio para cinco horas.
-Que llame a la Policía Nacional y lo desalojen inmediatamente, sin contemplaciones. Lo que me faltaba que vengan gente a registrar ideas en mi Registro, Cádiz lo que tiene que hacer es escribir coplillas de Carnaval o escribir recetas de nuevas tapas. No acepto ideas en Cádiz, si cundiese el ejemplo incluso nos veríamos obligados a trabajar y desde que mi cuerpo hace sombra no he currelado en mi vida ni nunca lo permitiré.
-LLama a la policía.
-Trae el reglamento, las normas subsidiarias, las comunicaciones internas, todas las circulares informativas, no se va y dice que no lo hará hasta que registremos su idea.
-Hijoputa que me va a tirar a la ruina ese mierda, ¿se han enterado en Sevilla?
-No señora Gómez, pero si no quiere que esto no trascienda vamos a tener que hacer una excepción.
-No me lo puedo creer, que me pase esto, pregunta cómo se llama ese gilipollas. Mientras tanto ella enciende un cigarrillo extralargo que fuma de forma apresurada.
Al otro lado del teléfono se pone Prudencio el funcionario que está Cádiz.
-Lamento haberla importunado, pero nos ha sorprendido, fíjese si nos hemos negado a registrar ideas que la clave de mi ordenador la tenía apuntada en mi teléfono antiguo que hace ocho meses se estropeó al tirarlo mi hijo a la bañera, aquí le juro que no se ha registrado ninguna idea en casi veinte años que llevo.
-¿Y qué idea es, si puede saberse? -, contesta la jefa.
-El taxidron.
-¿Que quiere registrar la idea del taxidron? Coge un extintor y mátalo con él. No lo dejes salir, es muy peligroso.
-Dice que es una modificación sustancial y provechosa de lo que en muy poco tiempo serán las ciudades y que la idea le vino de la peli Regreso al futuro con el coche Delorian volador.
-Lo que no me pase, lo que no me pase, en mala hora acepté que el partido me mandase a Cádiz. La culpa de Juanma, es su culpa, me odia y quiere mantenerme alejada. ¡Qué cruz!
Mientras tanto el tipo, un tal Serrano, había escrito en una hoja de bloc de cuadrículas con un rotulador bien gordo Edding 800 color negro TAXIDRON y se lo mostraba al funcionario a través del cristal esmerilado mientra sus carcajadas atronaban el edificio, y entre dientes susurraba os haré currar so mamones, pagaréis con sudor la mierda de vida que me he tirado en un escritorio y el culo carpeta que se me ha quedado.
-Jajajajaj jajajaja no podréis conmigo, os haré trabajar, no hay peor guerrilla que la se genera desde dentro de la administración.
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