Te recuerdo engrasando la máquina offset en la calle Santo Domingo con tu bata azul y la enorme cizalla de cortar papel me imponía. Imprimías por entonces Ritmos bravíos de nuestro común amigo Ignacio Rosso. Frente a la misma vivía Josemi que se acercaba a la puerta de la imprenta sonriendo y recostado en la jamba, fumando, mientras nos acunaba el vaivén del volante, las tintas, el olor del papel y el ruido de las motos.
Te has ido, qué triste es la noche cuando no se navega por las azoteas o el levante se agacha como un gatito.
Te has ido y te has llevado compañero al joven cabizbajo que mirará ya siempre el brasero y la perdiz en su jaula.
Te has ido y hoy harán huelga los caracoles, negándose a bajar por las cascadas de las ilustraciones de los libros.
Te has ido compañero pero no te apartarán jamás de mi corazón, no te preocupes porque yo tomaré tu micrófono para cantarte hoy Pregueró, Il cuore e uno zíngaro y Arrivederci Roma.
Jesús María Serrano, 2016
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