sábado, 1 de abril de 2023

 Si yo tuviera, si yo tuviera

dulzura de Camarón
y fuerza de La Paquera.
Vamos andando
los gorriones
nos van cantando.
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miércoles, 15 de febrero de 2023

MILAGRO ANTES DEL ALBA


Ahora que se aproxima un tiempo de recogimiento, cirios y marchas, también exploro los caminos del alma, así investido con mi saya amarilla y gorro hecho de papel busco el momento de escudriñar por los alrededores de la casa exactamente 74 minutos antes del alba. Provisto con la linterna que ilumina más que el rayo de Zeus, Dios del cielo despejado, el relámpago, el trueno y la luz, las busco por si aparecen por algún lado y normalmente no las encuentro, supongo que será debido a ciertos polvos amarillentos y otros productos en aerosoles que mi mujer coloca continuamente y así se me hace casi imposible detectarlas.
Pero no desespero, sé que algún día las encontraré porque tengo el pálpito de que andan por ahí, escondidas y agazapadas observándonos, puede que incluso riéndose de nosotros, no me rindo, permanezco atento y no bajo la guardia. Antes que el sol ilumine la viña salgo con mi linterna de los chinos, la de Zeus regalo de Patxi, <<qué linterna más buena, para encenderla debo ponerme gafas oscuras que eviten el shock de su potente haz iluminador.>>
Lo sé, algún día detectaré y presenciaré el baile funky de las cucarachas voladoras y eso, ya lo decía Salomón en el Cantar de los Canturreos es presagio; el aviso; la adivinación; el anuncio; augurios; el presentimiento; la profecía; certero pronóstico; más que un vaticinio; la predicción; visión y revelación de un milagro y no me quiero morir sin verlo.
Cada uno elabora sus propias creencias y este tiempo que está a punto de caer sobre nosotros es el ideal para los prodigios, maravillas y portentos.
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EL BUKOWSKI


Conforme pasaban los días se le iba haciendo cada vez más difícil comprender cómo su amigo ganaba más y más adeptos escribiendo y cantando las chorradas y barbaridades que se le venían a la cabeza, sobre todo entre el público comprendido en el estrato medio alto y los rebeldes sin causa, por eso se dirigió nuevamente a él y le dijo.
-Aparta esa botella de scotch y deja de fumar un rato porque esa actitud destructiva de la que has hecho una religión acabará matándote Charles.
-Ojalá sea mañana o mejor esta tarde -, para sumirse en la liturgia de la preparación de otro cigarrillo que inundaba la sala de evocación a Ketama, allá en el sur, y colocarse con los pies hacia arriba contra el cabecero de la cama y frenarse con la almohada.
Nuevamente no hacía caso a nada, aunque tras darle dos o tres o cuatro bocanadas a su canuto agarró la libreta de anillas y el boli barato para escribir sus paridas.
-Me las piden, la gente quiere que les mienta, que les cuente todo aquello que ellos piensan y se niegan a reconocer, no invento nada, soy su conciencia, no tengo escrúpulos y escribo desde lo que soy un inadaptado, una cagarruta.
La luna iluminaba débilmente el salón, los vasos sucios se amontonaban en los senos de los fregaderos y en la nevera, únicamente podía encontrarse un par de limones, media pizza barbacoa en su caja de cartón y quizás algo de chocolate intenso, eso era todo lo que comía. Ah, también guardaba en el congelador la yerba. Fue entonces cuando su amigo se acercó y le dijo.
-Si tu público supiese que eres un despojo humano te abandonaría inmediatamente.
A lo que Charles contestó sin abrir los ojos.
-Te equivocas, la estética del perdedor es lo que más se admira en el arte, por eso insisto por este camino de perdición.
Y el Bukowski le indicó con el dedo índice de su mano izquierda que cerrase la puerta tras de sí.
Yo sabía que estaba conociendo a uno de los puntales de la generación, lástima que estuviese destruyendo su vida por el éxito. En aquella habitación se podía caminar por una alfombra de libros, decía que el papel es el mejor aislante para el frío y a él le gustaba caminar descalzo. Fuera, al salir del portal, la calle permanecía en silencio, las farolas recortaban su luz sobre los autos, un gato le miraba agazapado entre los contenedores de basura y alguien fumaba asomado desde una ventana. En el tocadiscos Jim Morrison cantaba Riders on the Storm y Ray Manzarek era el protagonista con sus baquetas.
Taxis seguro que ya no pasarían a esa hora por allí, así que no le quedó otra que subirse la solapa de su abrigo y encogido de hombros por el viento y el frío, que le obligó a meterse las manos en los bolsillos, descubrió que allí permanecía aunque arrugado el canuto que le había robado al Bukowski. Lo encendió.
En ese momento llegó el camión de la basura con su estruendo de siempre.

EL BUKOWSKI, EL DYLAN Y EL DOC

 

Mimetizado por las buganvillas de la delegación en la ciudad del Instituto Smithsonian y guarecido convenientemente por los contenedores de basuras, el Dylan con la vieja guitarra a la bandolera, permanecía observando la puerta altamente iluminada de Urgencias, demacrado y nervioso, mirando alrededor por si aparecía la pasma y lo detenían nuevamente. Sabía que por allí tarde o temprano debería salir el Doc de su turno. Por aquella puerta solo se entraba en ambulancia o algún vehículo privado muy de vez en cuando y un chorreo de enfermeras y celadores sin quitarse las batas por el frío entraban y salían.

 

Se había colocado estratégicamente para no perderse al Doc que ya tardaba bastante hasta finalmente reconocer su figura dibujarse bajo el dintel de las puertas automáticas, pararse y mirar a ambos lados de la avenida, el sanitario se subió la capucha de su sudadera y se dirigió hacia su Vespa. En ese momento, notó que algo pasaba y nuevamente se detuvo para escrutar la valla de enfrente de izquierda a derecha, la misma que permanecía semioculta y que la luz del hospital no conseguía iluminar, aunque no acertaba a ver qué ocurría sentía que algo estaba ocurriendo, sentía un pálpito, una desazón, hasta que lo vio, allí estaba el Dylan que se escurría entre los grises contenedores dirigiéndose hacia él.

—Qué ocurre tío, ¿qué ha pasado?

—El Bukowski.

—¡Joder con el Bukowski, siempre dando por culo! ¿Qué carajo le pasa ahora?

—Le ha dado un chungo.

—¡Un chungo! ¿Y eso del chungo qué mierda es?

—¡Un chungus!

—¿Será un ictus?

—Debe ser eso, un ictus de esos que los médicos decís.

—Los médicos dicen eso y muchas cosas más, yo soy radiólogo y me limito a mirar radiografías, negativos del interior de la gente. ¿Qué ha sufrido un ictus el Bukowski dices?, ¿Cuándo, ¿dónde está, cómo se encuentra?

—No está muy bien, al salir de tocar en el metro de Picadilly Circus me acerqué a verlo a su casa para fumarme un peta y encontré la puerta entornada. Me extrañó y entré, no lo encontraba, así que lo busqué por el apartamento y estaba desnudo en la bañera babeando y medio ido.

—¿Cuándo ha ocurrido?

—No te lo puedo asegurar, quizás como hora y media.

—¡Hora y media Dylan, sin atención médica! ¡Cómo sois los marginales! —, el Doc buscó su teléfono móvil y marcó el 333 de Urgencias para enviar una ambulancia medicalizada al domicilio del Bukowski e indicó al Dylan que subiera a su moto porque debían marcharse inmediatamente para allá. Cuando llegaron la ambulancia ya estaba allí atendiendo a una ciclista que había sido atropellada a escasos metros del portal. El Doc se acercó a ellos y les preguntó si habían atendido ya al Bukowski y le dijeron que no, al llegar se encontraron con el accidente y lo estaban atendiendo, pensaban que se trataba de esa emergencia. El Doc les dijo que un traumatismo podía esperar, que le suministrasen un analgésico, pero arriba una persona parecía haber sufrido un accidente cardiovascular agudo y se encontraba en la bañera desnudo según le había informado la persona que llevaba en su moto. Subieron con él.

Arriba se encontraron al Bukowski en la bañera como había indicado el Dylan intentando con la mano izquierda encender un canuto si bien le resultaba imposible accionar el encendedor, cuando los vio quiso expulsarlos de su casa, de su boca no salía ningún sonido y sus extremidades a excepción del brazo derecho no le respondían. Inmediatamente los paramédicos le abrieron una vía y trasladaron a la camilla cubriéndola con una sábana para llevarlo al ascensor, no cabía, de modo que lo sentaron en una silla de su comedor y así lo trasladaron al hospital. 

Mientras tanto, el Dylan aprovechó para recoger todo el cannabis que había y metérselo en sus bolsillos. En ese momento el Doc advirtió lo que estaba haciendo y se dirigió a él.

—Abre el congelador que allí guarda el Bukowski la yerba, tómala ya que por un buen período de tiempo no podrá fumársela, si es que sale de esta y no te olvides que la mitad es mía.

 

Fuera uno de los paramédicos cerró el portón trasero de la ambulancia y anduvo hasta subirse por la puerta derecha donde permanecía ya preparados enfermero y médica.

—Tira rápido —, dijo la médica que encendió un Rothmans y aspiró una fuerte bocanada.

Las luces de la ambulancia y su sirena rompían la serena quietud y silencio de aquel barrio de ricos.

 —¿Y tú por qué no llevas batas como los demás Doc? Me da la espina que ni eres médico ni na, por eso no la llevas, me parece que seguro eres de los que empujan las camas de un lado para otro.

—Dylan me estás tocando los cojones. Dame la mitad del costo ahora mismo y no me tutees más que eso solo lo podemos hacer los médicos ¿vale? Así que suelta lo que tienes y búscate la vida.

—Eres tela de chungo tío, ¿no me dejarás aquí de noche solo en esta urbanización de pijos?

El Doc lo mira con conmiseración y se sube a la Vespa, le da una patada al arranque y no va, le da otra y otra, se vuelve al Dylan para decirle.

—Anda empuja la moto que no vales para otra cosa—, lo hace, consiguen arrancarla y se van los dos porque entre ricos y de noche lo mejor es largarse cuanto antes que o te denuncian o te buscan faena, mala gente.


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lunes, 24 de octubre de 2022

MICRORRELATO

-Vivo en el metatarso.
-¿Será el metaverso?
-¿Ah, pero no lo es mismo?

viernes, 21 de octubre de 2022

ELEGÍA A CARMELO CIRIA


Te recuerdo engrasando la máquina offset en la calle Santo Domingo con tu bata azul y la enorme cizalla de cortar papel me imponía. Imprimías por entonces Ritmos bravíos de nuestro común amigo Ignacio Rosso. Frente a la misma vivía Josemi que se acercaba a la puerta de la imprenta sonriendo y recostado en la jamba, fumando, mientras nos acunaba el vaivén del volante, las tintas, el olor del papel y el ruido de las motos.
Habíamos conseguido que José Luis Tejada, nuestro querido José Luis lo prologase y nos bebíamos los volcanes y desayunábamos las guerras que perdimos, las mismas que seguimos perdiendo.
Te has ido, qué triste es la noche cuando no se navega por las azoteas o el levante se agacha como un gatito.
Te has ido y te has llevado compañero al joven cabizbajo que mirará ya siempre el brasero y la perdiz en su jaula.
Te has ido y hoy harán huelga los caracoles, negándose a bajar por las cascadas de las ilustraciones de los libros.
Te has ido compañero pero no te apartarán jamás de mi corazón, no te preocupes porque yo tomaré tu micrófono para cantarte hoy Pregueró, Il cuore e uno zíngaro y Arrivederci Roma.

jueves, 6 de octubre de 2022

PAPELÓN DE CHURROS


Dedicado a mi amigo Paco (Francisco Delgado Márquez) que con su guitarra me defiende de los churriantipáticos.
Esta mañana hemos desayunado en Los Pepes un papelón de churros que ha comprado mi mujer en el despacho de Charo en la plaza de Abastos, estaban riquísimos aunque habitualmente los compro del kiosko de La Belleza, que es mi zona y los hace un nieto suyo que todavía me gustan más, reconoced que vivir en la La Belleza es todo un grado.
Los churros son una tradición culinaria que trasciende lo local, mi madre añoraba los de su Sanlúcar de Barrameda, si bien se moría por los del segundo puesto de la plaza de Cádiz y los degustábamos en el café Merodio. Mi mujer y yo, por las tardes mientras mi hijo asistía al Conservatorio de Cádiz donde estubiaba piano clásico, los comíamos en la cafetería La Marina y si íbamos a Jerez en La Vega, también exquisitos, por supuesto los hemos comido en Rota, Chipiona, Ubrique, Barbate, Tarifa y La Línea, nunca en Algeciras, sí en Fuengirola, Granada, Sevilla, Murcia, Palma del Río, Lora de Río, Carmona, Córdoba donde creo los llaman jeringos y en Sevilla tejeringos. En Madrid no hemos encontrado churros aunque porras sí, que no nos gustan tanto, sin embargo, en Barcelona hay dos sitios de gran calidad: el primero entre el Arco del Triunfo y el Parque de La Ciudadela y el otro, todavía mejor, al final de la calle Valencia esquina puente Bach de Roda. Nos sorprendió encontrar churros en Amberes (Bélgica), que lo hacen unos cordobeses y no le envidian nada a los mejores nuestros. A los belgas les encanta los churros que se preparan en un remolque de una pareja de la provincia de Córdoba, que llevan más de 30 años vendiéndolos allí, instalado frente a magnífica catedral de la ciudad de una belleza indescriptible.
Todo esto para decir que es temerario decir que los churros de este o de aquel son los mejores sin probarlos todos. Para quienes vivimos en El Puerto los nuestros son riquísimos, aunque no podemos decir que son los mejores aunque quizás lo sean, pero para establecer esa jerarquía se debe hacer con conocedores de la técnica independientes, algo que tampoco es necesario. Por cierto un grupo de talibanes del churro ayer me pusieron de vuelta y media por las redes sociales, menos mal que uno tiene ya la espalda curtida de tales energúmenos churriantipáticos.
Bueno, os tengo que dejar, se me están enfriando los churros y el descafeinado americano. Hasta otra con churros o sin ellos.

ELECCIONES EN PALACIO


Todos andábamos recorriendo las galerías postulándonos para las elecciones monárquicas, mamá lógicamente pretendía consolidarse en reina como Dios manda, papá andaba desganado y optaba por el exilio, la hermana mayor cuya única virtud consistía en no perderse ni una sola corrida de toros, había elegido infanta en la seguridad que no tendría que reinar ¡qué fastidio!
Lo cierto es que yo no tenía nada claro presentarme a las elecciones, estaba satisfecho con mis obligaciones: saludar a la bandera; visitar cuatro cuarteles y algún que otro velatorio de reyes vecinos y poco más. ¿Qué se me había perdido siendo rey? Nada, complicaciones, líos y capulladas. La derechona ofreciéndome día sí y otro también un yate o un submarino con el calor que se pasa en los submarinos, por no hablar de las izquierdas empeñadas en separarse y constituirse estados independientes: ¡qué gilipollas!
Hasta mi sobrino Froilancito del Niño Jesús pretendía ser príncipe con lo gamberro y la poquísima vergüenza que tenía. Lo llevaba claro.
Estaba en esos pensamientos cuando el Chambelán Real me avisó que las urnas estaban preparadas y en breve se procedería a la votación. Me encaminé hacia ella con paso aristocrático saludando al personal del palacio quienes se inclinaban y sonreían. ¿Sonreían por intuir que podría ganar o por el contrario, tenían claro que en aquella monarquía mi papel era secundario por no decir que una puta mierda?
La idea había surgido de un rojo que admiraba la peli Amanece que no es poco y nos había embromado en aquella charada. Comenzó a votar mamá, luego papi y así hasta que todos incluimos nuestros votos en las urnas de plástico verde expropiadas a los catalanistas. Luego vino el recuento, nosotros tomábamos un vermut en el porche y fingíamos que el resultado no nos afectaría.
Al cabo del tiempo, apareció el Presidente del Gobierno que traía lívida la cara, estaba tan preocupado que el pobre rojillo aunque farfullaba no se le entendía nada de lo que decía. Menos mal que mamá -la experiencia es un grado-, le dijo: -¿Qué pasa, ha comenzado la revolución?
-Peor Majestad, mucho peor -, respondió. Tenemos los resultados.
-¿Y qué? No tenemos todo el día, nos esperan en el club de campo para una partida de paddle.
El hombre depositó sobre la mesa los votos sobre una bandeja de plata Meneses y se retiró avergonzado.
Mamá se avalanzó sobre ellos y leyó en voz alta: Reina merde, Rey shit, Príncipe merda, Infanta... ¿Pero si solo hemos votado nosotros, cómo es posible tales comentarios?
Me incorporé del sillón donde estaba recostado y con media sonrisa intervine.
Los nobles no podemos sonreír del todo, dije.
-Hasta nosotros mismos sabemos lo mierda que somos mamá.
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