jueves, 8 de septiembre de 2011

DESTINO BEIRUT

Tras darse a conocer, el catador de vinos volvió sobre sus pasos, no sin mirar antes a Peggy y asentir con la cabeza. La chica del mostrador le siguió a pesar que él no le había indicado nada. El camarero le dirigió una tierna sonrisa y también le dijo –Nos vemos luego Lamar. Ella se llevaba su copa de Dry Campari en la mano izquierda, mientras, con desgana, recogía su bolso negro del mostrador. En él llevaba, un paquete arrugado de More con algunos cigarrillos dentro, un pintalabios rojo, dos tampones, preservativos y lubricante, un cepillo para el pelo, gorrito de ducha, chicles de canela, las llaves de su apartamento, un encendedor Zippo, pañuelos desechables, su carné de conducir con unos 40 dólares, un perfumador de Opium y su revolver Smith & Wesson 625 con algunas balas sueltas. En su negocio consideraba fundamental sentirse protegida y además, el vendedor le había asegurado que si efectuaba un disparo a menos de 3 yardas de distancia, aunque le temblase el pulso su oponente no volvería a atacarla, para ello le había vendido munición explosiva. Ripley se fiaba poco de Peggy pero mucho menos del americano, por ello seguía recostado sobre su taxi inglés a la puerta del Ritz, tratando de esquivar como podía a los guardias municipales de Madrid, que de vez en cuando pasaban por allí tratando de impedir que se estacionasen en la puerta. Pocos podían pensar que había vuelto a la acción.

Se sospechaba que Robert Mc Parker era un espía del Mosad y su misión era acompañarlo sin ser descubierto. Washington ya no pretendía enterrar a más héroes sino exclusivamente información. Dentro su contacto estaba realizando el oficio que tan bien conocía. Lamar tras ventilarse al americano sin mayor trámite, entró en el cuarto de baño, duchó y arregló el pelo y perfumó muy suavemente. En cierto momento, había deslizado la mano en la chaqueta de su cliente y leído que su próximo destino era Beirut, esa información le proporcionaría 300€.

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