jueves, 8 de septiembre de 2011

PROPAGANDA

El recepcionista quiere que le entregues el pasaporte para realizar la inscripción en el hotel –le dijo Ripley a Peggy. Ella los miró a ambos y negó con la cabeza. Ripley enarcó las cejas y se dirigió al joven, que estaba tras el mostrador, para indicarle que no todos los americanos eran así de tontos. Mira Peggy y atenuó su voz para tranquilizarla, el joven necesita tu pasaporte para cumplimentar el registro de entrada. Conozco el país y es muy tranquilo, ya quisiéramos en América vivir con el sosiego que esta gente tiene, pero eso no la convenció. Decidió entonces pasar al ataque. No pasa nada –se volvió para el chaval, tú tranquilo. Son tontos pero al menos traen dinero, así que le sacaré una manta y que duerma en mi taxi. ¿En el taxi va a dormir la señora? Pero si tiene una reserva que hizo un tal, déjeme ver, ah sí, pues fue ella misma y yo la atendí, llamaba desde Orense. Así son las cosas –sonreía El patrón- cuando mañana se levante y le duelan todos los huesos quizás aprenda. ¿Pero qué le ocurre? -Pues muy sencillo chaval que vio la película El expreso de medianoche y cree que cuando te entregue su pasaporte, será raptada y la llevarán a un cárcel inmunda. Pero –la mano del taxista se levantó e interrumpió al recepcionista, -no podemos cambiar en un momento lo que la propaganda ha tardado muchos años en labrar en su cabeza.

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