En la agencia de viajes no había entrado nadie en los últimos 4 días y Elena estaba de los nervios, ya no sabía qué hacer o dónde mirar para no entrar en estado Almodóvar. Se miró en el espejo de la columna y decidió buscar en el despacho interior para ver si encontraba algún cigarrillo olvidado en alguno de los cajones, los mismos que ella iba dejando despistados para ocasiones en que se veía sumida en ese preciso momento. Lo encontró, algo amarillento y reseco, sin pensárselo dos veces tomó el encendedor de sobremesa y le prendió fuego. Su primera bocanada fue espectacular, cerró los ojos y respiró. Entró al baño y se estaba retocando un poco cuando entraron un par de clientes. ¡Maldita sea para una vez que fumo en meses me entran y parece que vienen decididos a comprar porque se ríen mucho! Depositó el cigarrillo en la jabonera tras apagarlo, luego se lo fumaría más tranquila.
Buenas tardes -Dijo Elena, mostrando su mejor sonrisa a la pareja. ¿Qué se le ofrece a ustedes de nuestros servicios?
-Pues venimos a que nos organice un gran viaje. Dijo ella, una mujer de unos 30 y picos años con acento de Extremadura.
-Sí, pero que sea uno de los buenos. Apuntó él, porque un día es un día.
Elena los escuchó contenta porque esperaba poder pagar el mes de renta del local y la cuota de autónomos.
-Bien. -Dijo Elena. Los veo muy contentos ¿como de cuánto tiempo disponemos?
-El tiempo se escapa de los dedos y es muy difícil de medir. Contesta ella, a la vez que su pareja la tomaba de las manos acariciándolas, pero nosotros debemos hacerlo largo, si es posible inmenso, interminable. Él asentía con la cabeza. -Sepa usted que nos ha tocado la lotería a los dos.
-¿Es eso cierto? No saben ustedes lo que me alegro, puedo asegurarles que buscaremos lugares maravillosos, momentos de emoción y sobre todo paz y amor, porque al parecer ustedes se quieren y mucho.
-Así es. Respondió el hombre. Vamos a ello, hoy es nuestro día.
Elena comenzó a escribir en la pantalla, salida del aeropuerto de Jerez destino París donde permanecerán 5 días en un magnífico hotel de 5 estrellas, junto a los Jardines del Campo de Marte, de allí a Praga para que puedan fundirse con la atmósfera barroca y culta de la ciudad más bella de Europa junto a San Petesburgo, ciudad que también visitarán, más tarde Oslo y luego Peking...
Y en ese momento Elena paró de escribir y les preguntó: -¿Disculpen qué premio les ha tocado?
-¡El premio gordo! Dijeron al unísono. -Nos han finalmente contratados en la ONCE porque somos invidentes. Estamos viviendo el momento más feliz de nuestra vida. Ahora sí somos ricos, volvemos a tener ilusión, estamos ciegos de amor y sobre todo hemos recuperado la dignidad. ¿Existe un premio mayor para una pareja que se quiere?
Elena, la propietaria de la agencia de viajes, también se había contaminado de la ceguera del amor y de la suerte de la pareja, mientras que por su mejilla se deslizaban lágrimas de alegría.
-Pues venimos a que nos organice un gran viaje. Dijo ella, una mujer de unos 30 y picos años con acento de Extremadura.
-Sí, pero que sea uno de los buenos. Apuntó él, porque un día es un día.
Elena los escuchó contenta porque esperaba poder pagar el mes de renta del local y la cuota de autónomos.
-Bien. -Dijo Elena. Los veo muy contentos ¿como de cuánto tiempo disponemos?
-El tiempo se escapa de los dedos y es muy difícil de medir. Contesta ella, a la vez que su pareja la tomaba de las manos acariciándolas, pero nosotros debemos hacerlo largo, si es posible inmenso, interminable. Él asentía con la cabeza. -Sepa usted que nos ha tocado la lotería a los dos.
-¿Es eso cierto? No saben ustedes lo que me alegro, puedo asegurarles que buscaremos lugares maravillosos, momentos de emoción y sobre todo paz y amor, porque al parecer ustedes se quieren y mucho.
-Así es. Respondió el hombre. Vamos a ello, hoy es nuestro día.
Elena comenzó a escribir en la pantalla, salida del aeropuerto de Jerez destino París donde permanecerán 5 días en un magnífico hotel de 5 estrellas, junto a los Jardines del Campo de Marte, de allí a Praga para que puedan fundirse con la atmósfera barroca y culta de la ciudad más bella de Europa junto a San Petesburgo, ciudad que también visitarán, más tarde Oslo y luego Peking...
Y en ese momento Elena paró de escribir y les preguntó: -¿Disculpen qué premio les ha tocado?
-¡El premio gordo! Dijeron al unísono. -Nos han finalmente contratados en la ONCE porque somos invidentes. Estamos viviendo el momento más feliz de nuestra vida. Ahora sí somos ricos, volvemos a tener ilusión, estamos ciegos de amor y sobre todo hemos recuperado la dignidad. ¿Existe un premio mayor para una pareja que se quiere?
Elena, la propietaria de la agencia de viajes, también se había contaminado de la ceguera del amor y de la suerte de la pareja, mientras que por su mejilla se deslizaban lágrimas de alegría.
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