martes, 14 de noviembre de 2017

LA ÚLTIMA NOCHE


Todo me está saliendo mal esta puta noche, pasan de las 2 de la mañana y siento unos ardores que me están matando, seguro que han sido la putas papas alioli que estarían rancias. ¡Maldita sea que casi me comí la tarrina! No queda otro remedio que salir al camino con la mala noche que hace y acercarme a la farmacia de guardia. Menos mal que está internet y puedo enterarme de la que es sin ir pordioseando de una en otra, para colmo el coche lo dejé ayer en el taller para cambiarle las pastillas de frenos y pasar la ITV. En fin, echaré cojones y saldré a la calle.

Me pondré el chubasquero verde bueno que tiene gorro y cogeré paraguas. Lo llevaré a sabiendas que es una tontería porque nunca llueve para abajo como Dios manda, sino para los lados. Si es que no hacen nada bien, debe llover para abajo y el paraguas como su nombre indica lo pararía, pues no, bueno salgo. Me recibió una bocanada de lluvia helada que me puso perdido nada más salir del porche, al llegar a la cancela el paraguas se dobló y no podía enmendarlo de ninguna manera, lo tiré al césped. Salí. La noche estaba horrorosa, los vaqueros aguantaban los aguaceros de aquella manera pero avanzaba por el camino encharcado. Cuándo podremos arreglar el camino cochambroso éste, cuándo terminaremos la regularización de los cojones, cuándo, cuándo, cuándo.

Esquivo un boquete y en ese momento oigo un estruendo tremebundo casi encima mía, seguido de un rayo que lo ilumina todo, suficiente para darme cuente que no voy por el asfalto al mojárseme las gafas me he metido por uno de los cuarterones no asfaltados y voy dirección a Sanlúcar. Trato de enmendarme y no lo consigo, vuelvo al camino pero allí resbalo, caigo al suelo y me hago daño en el tobillo izquierdo. ¡Lo que faltaba! ¿No podían inventarse una telefarmacia como hacen con las pizzas y el pescado frito, no se le ha ocurrido a nadie? No es para reírse, estoy tirado entre el arcén y el camino empapado, estoy llorando, pensaba que era la lluvia pero soy yo que estoy llorando. Lloro de rabia, lloro de impotencia, lloro de cabreo. ¡Me cago en la putísima madre de las papas con alioli, en las noches de lluvia que no llueve para abajo, en las farmacias de guardia, en los caminos encharcados, en los tobillos con esguinces, me cago en todo lo que se menea!

Y en ese momento veo una luz o creo que veo una luz. Me quito las gafas porque con la lluvia no me sirven para nada y las guardo donde puedo. Otro trueno seguido de chubascos violentísimos y tirado en el camino con un dolor del tobillo que lo sentía hasta en la nariz. Otro trueno, más lluvia. ¿Pero esto cómo puede estar pasándome? Otra luz, veo una luz. Sí es una luz y un ruido grande, estremecedor, metálico, qué cosa más rara me está pasando si por este camino no pasa nadie. Eso debe ser que ya estoy delirando por la fiebre, porque seguro que tengo fiebre y bien alta, 40 como poco. ¡Coño lo que me duele el tobillo y no me puedo levantar! La luz viene muy lentamente, es una luz potente como el ruido. Es el final, el día del Juicio Final. Vaya manera de presentarme al juicio cristiano de los cojones, empapado, tirado en el suelo y con un tobillo seguro con esguince o rotura. Qué mala suerte y cuando se enteren que soy ateo ya ni te digo. Me temo que es la luz de túnel que lleva a la muerte.

Desde el objeto que avanza hasta mi muy lentamente mi ángel de la guarda habla con el subjefe de guardia en el cielo. –Mira que soy Paco el ángel de la guarda de Jesús María. Sí, se ha caído en su camino del campo, parece que hay rotura tobillo derecho y fiebre alta ¿qué hago?
-Por supuesto ayudarlo, esa es tu misión.
-¿Cómo, si yo no he estudiado traumatología sino Comercio Exterior, de lo que le pasa a mi pupilo no tengo la menor idea?
-Improvisa. Le dicen desde el cielo.
-¿Cómo que improvise, os habéis vuelto locos? Y sobre todo ahora que con los recortes me habéis colocado también de tractorista de una explotación de transgénicos, porque como en el cielo no se duerme para optimizar recursos y aquí estoy, con el tractor que vaya noche más mala. Por cierto, apunta que se ha fundido la luz del faro derecho y me voy apañando con el que queda. Ah, cuando puedan que arreglen el tubo de escape porque el tractor hacer un ruido infernal.
-Que improvises, para eso eres su ángel de la guarda.
-Vale, a sus órdenes ya estoy llegando y lo veo fatal. Lo veo muy mal.
-Que no se te muera que eres su ángel.
-Haremos lo que podamos.

Se baja mi ángel de la guarda y se acerca para preguntarme lo que me pasa. No lo veo bien porque me guardé las gafas, pero le cuento que salí por los ardores de estómago, se partió el paraguas, me despisté, salí del camino, metí el pie en un boquete y tengo fiebre y mucho dolor en el tobillo. Me interrumpe. –No siga que no soy médico, soy tu ángel de la guarda pero estudié Comercio Exterior, de fracturas no entiendo nada.
-¿Qué?
-Que soy Paco, tu ángel de la guarda, que vengo a socorrerte y estoy pensando que no te puedo subir al tractor porque es antiguo y sólo tiene un asiento. Déjame pensar. Vaya lo que llueve aquí me estoy poniendo empapado también. ¿Se te ocurre alguna idea? Estoy a tu disposición.
-Claro que se me ocurre una idea. ¿Tienes teléfono móvil?
-¡Por supuesto y es corporativo del cielo no se paga nada en las llamadas, nos la regalan las compañías por ser ángeles!
-Llama al 112, llámalo cuanto antes. Mira que venir a socorrerme con un tractor, qué cutres sois.
-Eso mismo le estaba diciendo a mi ángel subjefe de guardia hace un momento, desde que el cielo firmó un contrato con la multinacional Monsanto vamos de puto culo.

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