“…Si del sud o del nord
ara estem d’acord
estem d’acord
una bandera ens agermana.
Blau Grana al vent
un crit valent
tenim un nom
el sap tothom…”
ara estem d’acord
estem d’acord
una bandera ens agermana.
Blau Grana al vent
un crit valent
tenim un nom
el sap tothom…”
Cada uno tiene sus motivaciones para aficionarse a un equipo, mi padre era del Betis que representaba a los proletarios de Andalucía con bandera de califas, aunque luego se le olvidó, supongo que le huirían las neuronas con la edad avanzada y decidió hacerse seguidor del Madrid, no le gustaba nada lo de Real ni en el Betis ni tampoco en el equipo blanco.
A mi el fútbol siempre me ha aburrido muchísimo, si por mi fuera el primer tiempo lo dividía en dos partes y partido terminado. De los pocos partidos a lo que he asistido uno de ellos fue en el campo de Eduardo Dato, para ver al Racing Club Portuense jugar contra el Soberano de Jerez de la Frontera que terminó de la peor forma posible, con el árbitro perseguido por un jugador que le iba propinando patadas en el culo, mientras el primero huía hacia la caseta y el otro, le increpaba y con precisión milimétrica iba coceando al de negro. Era pequeño y en la grada que sólo tenía tres escalones, yo miraba sorprendido al público bramar y corear comentarios como: árbitro vendido, árbitro cabrón, arbitro hijoputa… Lo que ya no recuerdo es si el que futbolista justiciero era local o del equipo de Jerez de la Frontera.
Pasó el tiempo y consiguieron embromarme para que asistiese a un Sevilla-Betis, sinceramente ahora que lo pienso no acierto a comprender cómo lo consiguieron, tampoco me queda la mínima referencia sobre el viaje a Sevilla y muchísimo menos cómo entramos al estadio sevillista. Lo que sí puedo acordarme perfectamente, es que desde nuestros asientos, situados bajo la tribuna y a su derecha, me era imposible detectar los números de los jugadores, que por otra parte también desconocía y así me pasé todo el primer tiempo fumando uno tras otro, mirando a las estrellas, las torretas de los focos, los graderíos y el bullicio de la gente que se sentaba, se levantaban, me empujaban, gritaban, maldecían, imprecaban y algunos, también lo vi, incluso lloraban. Estaba inmerso en una catarsis, por eso decidí seguir fumando y como nunca he sido egoísta, ofrecía a mis amigos. De pronto, se hizo el silencio y se iluminó todo el estadio y las gradas como si hubiesen llegado los extraterrestres. Me quedé muy serio, asustado y no me atrevía a preguntar, algo grave debía haber pasado, menos mal que mi amigo el guitarrista, se cercioró de mi situación de miedo y dijo que me levantase porque había terminado el primer tiempo. Y yo creo que viene de ahí, de ese momento por lo que considero que los partidos deben acabar al cumplirse el primer tiempo, todo lo que se prolongue es una provocación y una chulería contra los marcianos.
Posteriormente me vi envuelto en un evanescente mundo de humos y desperté en en la autopista de peaje Sevilla-Cádiz enroscado en el asiento trasero de un Renault 4L amarillo. Conducía un psiquiatra y a su lado un guitarrista flamenco
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