El viernes pasado me pararon un par de Testigos de Jehová, muy educados, apostados en la Avenida de la Diputación. Me saludaron, les atendí, tenían dispuestos dos montajitos con propaganda y libretos de sus creencias. Preguntaron cosas como entre mis muchos defectos no está ser desagradable, contesté con gran paciencia por mi parte. Eran un padre y un hijo vestidos como si hubiesen salido de los años 60.
Llegaron a la osadía de preguntar si creía en la paz, a lo que contesté que mira si la tenía en gran prestigio que incluso estaba respondiendo a sus preguntas, hablaron también de pasajes de la Biblia de los que no tenían ni la más remota idea, manuscritos del Mar Muerto y otros textos. Como se iban envalentonando decidí cortar por lo sano.
Con toda humildad me confesé ateo, pero les dije que me parecía bien que ellos tuviesen fe y además, admiraba que en lugar de hacer otras cosas tratasen de salvar al mundo. El padre, me dijo que si no creía en nada cómo explicaba la creación de universo, ya me estaban tocando los bajos. Respondí que existen certezas científicas que muestran bien a las claras el nacimiento de la vida en la galaxia que conocemos pero que me permitiesen a mi formular algunas preguntas como: ¿si sabían desarrollar en un encerado la Teoría de la Relatividad de Einstein? ¿Si se atrevía a enunciar Leyes de la Termodinámica, tanto la Primera como la Segunda?¿El Big Bang? ¿Si habían oído hablar del bolsón de Higgs? ¿Si en alguna ocasión se habían interesado por la Teoría de las Cuerdas? ¿Los Universos Paralelos? ¿La teoría de Punto Cero? ¿La Teoría de Fibonacci? ¿Si conocían, al menos de pasada a Ptolomeo, Newton, David Bohm y el Concepto de Universo en bloque? ¿si eran capaces de desarrollar una simple ecuación de dos incógnitas? ¿Si habían leído algo sobre Nietzsche, Kant, Gramsci, Marx, Descartes o Marie Curie? De eso sabían poco, pero me ofrecieron los panfletos que tenían allí con títulos enloquecidos o si entraba en internet, podía -siguiendo sus consejos- conseguir la vida eterna.
En ese preciso momento me cabreé ya mucho y les dije: ¡Miren, por favor, en el improbable caso que exista la mierda vida eterna se la cedo al fundador de los Testigos de Jehová! Lo dije con todas las de la ley porque lo que me falta ya es verme eternamente jodido con tanta gente inculta a mi lado, que no ha leído un libro en su puta vida y además me obliga a seguir sus convicciones. Lo que me faltaba, seguir vivo mientras contemplo las muertes de todos mis seres queridos, de mis vecinos y compañeros, de mis creencias y cultura y además, aguantando a gente como vosotros vendiendo la vida eterna por las calles y avenidas: ¡Dejadme morir tranquilo sin dioses y convertirme en polvo que se pegue a los zapatos, se confunda con la caja de cartón con mis restos del tanatorio, descansar de tantos sinvergüenzas, ladrones y mentirosos como he tenido que soportar a lo largo de mi vida!
¿Ni eso siquiera me van a permitir los Testigos de Jehová de los cojones!
No hay comentarios:
Publicar un comentario