Leo con preocupación una tendencia -que se está haciendo mayoritaria- para ensalzar el pasado y que yo sepa al menos, el nuestro como sociedad mejor olvidarlo.
Como nacido en 1953 también tengo recuerdos sobre los años 60 y 70, la lonja y las bodegas, pero de estos dos focos económicos no se me quita de la cabeza los muchachos mal vestidos y peor calzados, el analfabetismo, la miseria, las mujeres arrodilladas limpiando los suelos o lavando a mano en invierno, el carbón y los remiendos. En cuando a la lonja, a las tripulaciones en el bar La Lucha bebiendo y maldiciendo esperando el zafe (la parte -salario muy escaso- que a cada marinero le correspondía del lance).
En relación con las casas, esas mismas que ahora se añoran porque eran palacios, llenas de desconchones sus fachadas, las cuales estabas subdivididas en habitaciones para familias pobres, con tabiques de tela encaladas, sin servicios higiénicos ni agua caliente y donde la escasez y la aglomeración eran evidentes para compartir el único excusado sin agua corriente. Del penal y las conducciones de presos por la Guardia Civil en la estación de ferrocarril prefiero no hablar. Afortunadamente por ese tiempo a los niños no nos decían que la mayoría de los reclusos habían sido luchadores por la república y la democracia.
No estoy en contra de echar la mirada atrás y recordar nuestra juventud, pero cuando lo hagamos no se debe descontextualizar nunca, porque de hacerse nos estamos engañando y también a los demás.
Cuando viajo a Marruecos y penetro en las calles de Larache no me escandalizo cuando veo miseria porque esa misma realidad ya la he vivido.
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Pie de fotos: arriba, reclusos formados en el patio del Penal de El Puerto de Santa María. (Mejor prefiero estar muerto/ que preso pa toa la vía/ en este penal de El Puerto/ Puerto de Santa María)
Abajo. Visita del Capitán General a la Prioral, 1955.
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