Cuando todo venía de China vivíamos mejor. Recuerdo que si necesitaba una cartulina blanca para ayudar a mi hijo a dibujar un hexágono bajaba feliz y la encontraba en el bazar, lo mismo me ocurría si necesitaba un cenicero porque se me había resbalado, allí lo tenían, siempre miraba la parte trasera para encontrar mi añorado letrero "Made in China". Martillos, alicates, alambres, palanganas de plástico, flores destartaladas, colchones para perros, pilas alcalinas y de las otras, bombillas, alfombras con el escudo del Real Madrid, medias, fregonas de distintos tipos dispuestas en los bazares desvencijados -como en China-, cargadores de móviles, sartenes cuyo aspecto me hacían dudar si no se pegaría a la primera fritada, barbacoas de chapa, bobinas de hilo, cajas de lapiceros, banderas de España con toro y sin toro, de Cataluña, Andalucía, correas para perros, mascarillas de pintar, mascarillas Covid, cajas de condones, soldadores eléctricos, todo, todo colocado de forma anárquica pero que demostraba la pujanza del lejano país asiático. Pululando por los pasillos chinas y chinos respondían mecánicamente: -Segundo pasillo, tercer pasillo, palte de atlá...
Mi afición no era nueva, ya de joven coleccionaba palillos de los restaurantes chinos pero entonces el letrero decía "Made by the People´s Republic of China", que siempre me pareció mucho más patriótico.
De vuelta al aparcamiento, subo a mi coche y veo que no es chino y eso me entristece, cómo me gustaría que también fuese chino pero no es así, es francés hecho en Hungría con piezas fabricadas en la India, Pakistán, Thailandia y Corea.
Es una lástima pero todo no se puede tener.
oooo000oooo
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