Fuera, en el prado baldío antes viña de Garvey, el mismo que hoy acoge un proyecto ruinoso de club de golf en la carretera de Sanlúcar sin otros habitantes que multitud de conejos y perdices, el termómetro marca 33 º a la sombra y las rachas de Levante zamarrean las sábanas recién lavadas y tendidas. Julio. Tras bajar la compra del automóvil y asegurarme que la puerta de la cochera cierra sin quedarse atrancada por cualquier embate fuerte del viento, acabo de quitarme la quiru y colgarla convenientemente para reutilizarla después. No puedo más, abro la nevera y trinco una lata de Mahou 0,0 tostada y me siento frente al Mac, será burgués, pero me gustan los Macs aunque el Polit Bureau me amoneste, bueno, vuelvo a mi cerveza 0,0 que incluso me coloca un poco como si tuviese alcohol, me recuerda las Vol Damm que venían de Barcelona, tras copiar a las de Baviera en Alemania. Pues aunque no lo creáis cojo un puntito con una cerveza sin alcohol de rica que está.
He ojeado las publicaciones y la tropa está que trina con Juanca, parece que no lo conocen, es uno más de los Borbones, cualquiera que se haya interesado mínimamente por la historia sabe como se las gastan, llegaron aquí procedentes de Francia, cuando el Rey Sol nos impuso a su nieto Felipe de Anjou -que aquí reinaría como Felipe V- acostumbrado a las juergas en Versalles, pasearse por la galería de los espejos y aliado al dinero fácil, así fue el primero el permitir el asiento de negros o monopolio de introducción de los esclavos negros en la América española, de modo que un asiento era un convenio entre la Corona y un particular o empresa, alquilando la explotación en régimen de monopolio, como podía ser la explotación de minas o el comercio de esclavos.
El primero fue a una compañía genovesa en 1516-1517. Luego serían los portugueses los negreros hasta el siglo XVIII hasta los Austria.
En 1701, Felipe V (tatara-tatarabuelo de Juanca) concede el asiento de negros a la Real Compañía Francesa de Guinea, vinculada económicamente a su abuelo Luis XIV. El asiento estipulaba que dicha compañía debía introducir en América unos 42.000 esclavos durante diez años. Pero este cambió a favor de una compañía francesa que duró poco porque el Tratado de Utrecht (1714) convirtió este negocio en un monopolio inglés. Efectivamente, la Compañía Inglesa del Mar del Sur obtuvo el asiento de negros durante treinta años, comprometiéndose a introducir 4.800 negros anuales. Puedo seguir pero no creo que sea necesario, que el Duque de Anjou acostumbrado a las francachelas del Palacio de Versalles, a las señoras que se lo disputaban para quitarle la peluca y lo que no era la peluca, entra en una España vestida de luto, arrodillada ante la Iglesia de Roma, endeudada por las guerras, cateta e inculta. Así entraron los Borbones-Anjou en España. Al Duque galo que reinó como Felipe V en las Españas no le dejaron más opción que el jugueteo de faldas y el conteo de los dineros de los esclavos negros que sus compañías introducían en la América española. Ahora como no tenemos negros que vender la cosa ha evolucionado al AVE de La Meca, petróleo de sus primos los emires, sultanes y reyes y el jugueteo con cantantes, presentadoras de telediarios y princesas de Baviera... ¿de qué nos vamos a escandalizar?
¡Baviera! Sí, efectivamente como las cervezas Voll Damm que llegaba de Barcelona y por donde también llegaron los Borbones-Anjou.
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