sábado, 26 de junio de 2010

MANIFIESTO OCEÁNICO

El movimiento nace de la energía que produce la fiebre de los sentidos. Temeridad y fantasía son nuestra única bandera.

La literatura se ha estancado, la poesía ya no consigue enervarnos, aburre, proponemos contra esta parálisis un canto eterno a la libertad.

Hemos conseguido liberarnos de las máquinas que han encadenado a los seres humanos, para ello hemos erradicado de nuestro pensamiento aspiraciones para acumular capital, poder y odio: nuestros corazones por primera vez en la historia sienten por ellos mismos.

Únicamente el arte libera, todo lo demás es mentira, abominamos de filosofías, nacionalismos y religiones. El mestizaje es una bendición, todas las razas enriquecen a los seres humanos con sus peculiaridades: la pureza no existe.

El sexo, el humor y los sueños nos encaminarán a la verdadera creación, la perfección nunca ha existido ni existirá, no tememos a nada, ni siquiera al ridículo.

Todo lo pasado ha muerto, permanezca enterrado en cementerios, bibliotecas y museos.

Nuestras obras conseguirán abochornar a las naciones que permiten el hambre, la muerte y la guerra.

No hay límites para las artes, todas las tendencias, formas, soportes e ideas las saludamos con alegría. Quienes aspiren a respirar en libertad que nos sigan.

Jesús María Serrano y Franco Policastro

domingo, 13 de junio de 2010

POR AHÍ VIENE CON UNA BOLSA DE PAPEL

Se lo tengo dicho pero nunca me hace caso esta mujer. La culpa es del sargento O´hara, sí, y sobre todo por su afán que en los últimos años de la carrera de los patrulleros nos volvemos confiados, quizás tenga razón. Pero, de eso a torturarme con la sargento Sullivan va un abismo.

Yo ya no soy policía, ni siquiera pienso como un policía y la prueba es que he preferido quedarme en el patrullero mientras llueve. Me reconcilia consigo mismo ver caer las gotas mansamente sobre el cristal delantero y su golpeteo.

¡Yo únicamente quiero jubilarme! Me he rendido, no puedo acabar con la delincuencia de Los Ángeles ni descubrir la nacionalidad de las bandas, además no me interesa, he dejado de tener preocupación por lo que pueda ocurrir en las calles de mi distrito.

El Precinto no es malo del todo, en él me siento bien, casi consigo un puesto administrativo, un teléfono que contestar, un archivo donde acumular los casos y las pruebas pero los jóvenes nunca te escuchan: que si un poco de acción te mantendrá en forma, eres una institución en la comisaría, disparas bien y sabes convencer en las reyertas sin tener que echar mano de la fuerza. Justo todo lo contrario que Sullivan, ella lleva igualmente un uniforme impecable que el traje de noche más escotado: el mundo es de los jóvenes.

Por ahí viene con una bolsa de papel.

Mientras de reojo la miro, lentamente sorbo con la cañita de plástico verde el café en vaso de cartón y tapa de plástico.

¿Qué nos reservará la noche? Temo más por su afán de emular a Clint Eastwood que a todos los delincuentes del barrio. ¡En mala hora decidí hacerme policía!