lunes, 30 de octubre de 2017

OFERTA DE HOY: ¡¡¡LA VIDA ETERNA TESTIGOS DE JEHOVÁ!!!


El viernes pasado me pararon un par de Testigos de Jehová, muy educados, apostados en la Avenida de la Diputación. Me saludaron, les atendí, tenían dispuestos dos montajitos con propaganda y libretos de sus creencias. Preguntaron cosas como entre mis muchos defectos no está ser desagradable, contesté con gran paciencia por mi parte. Eran un padre y un hijo vestidos como si hubiesen salido de los años 60.
Llegaron a la osadía de preguntar si creía en la paz, a lo que contesté que mira si la tenía en gran prestigio que incluso estaba respondiendo a sus preguntas, hablaron también de pasajes de la Biblia de los que no tenían ni la más remota idea, manuscritos del Mar Muerto y otros textos. Como se iban envalentonando decidí cortar por lo sano. 
Con toda humildad me confesé ateo, pero les dije que me parecía bien que ellos tuviesen fe y además, admiraba que en lugar de hacer otras cosas tratasen de salvar al mundo. El padre, me dijo que si no creía en nada cómo explicaba la creación de universo, ya me estaban tocando los bajos. Respondí que existen certezas científicas que muestran bien a las claras el nacimiento de la vida en la galaxia que conocemos pero que me permitiesen a mi formular algunas preguntas como: ¿si sabían desarrollar en un encerado la Teoría de la Relatividad de Einstein? ¿Si se atrevía a enunciar Leyes de la Termodinámica, tanto la Primera como la Segunda?¿El Big Bang? ¿Si habían oído hablar del bolsón de Higgs? ¿Si en alguna ocasión se habían interesado por la Teoría de las Cuerdas? ¿Los Universos Paralelos? ¿La teoría de Punto Cero? ¿La Teoría de Fibonacci? ¿Si conocían, al menos de pasada a Ptolomeo, Newton, David Bohm y el Concepto de Universo en bloque? ¿si eran capaces de desarrollar una simple ecuación de dos incógnitas? ¿Si habían leído algo sobre Nietzsche, Kant, Gramsci, Marx, Descartes o Marie Curie? De eso sabían poco, pero me ofrecieron los panfletos que tenían allí con títulos enloquecidos o si entraba en internet, podía -siguiendo sus consejos- conseguir la vida eterna.

En ese preciso momento me cabreé ya mucho y les dije: ¡Miren, por favor, en el improbable caso que exista la mierda vida eterna se la cedo al fundador de los Testigos de Jehová! Lo dije con todas las de la ley porque lo que me falta ya es verme eternamente jodido con tanta gente inculta a mi lado, que no ha leído un libro en su puta vida y además me obliga a seguir sus convicciones. Lo que me faltaba, seguir vivo mientras contemplo las muertes de todos mis seres queridos, de mis vecinos y compañeros, de mis creencias y cultura y además, aguantando a gente como vosotros vendiendo la vida eterna por las calles y avenidas: ¡Dejadme morir tranquilo sin dioses y convertirme en polvo que se pegue a los zapatos, se confunda con la caja de cartón con mis restos del tanatorio, descansar de tantos sinvergüenzas, ladrones y mentirosos como he tenido que soportar a lo largo de mi vida! 
¿Ni eso siquiera me van a permitir los Testigos de Jehová de los cojones!

sábado, 28 de octubre de 2017

TRABAJO DE CIENCIAS SOCIALES


-Papi ¿me explicas la diferencia entre un votante de derechas y otro de izquierdas para un trabajo del Instituto?
-Al de derechas le puede pisar Rajoy o Rivera el pie con un tractor, que al día siguiente llama a una ambulancia y los vota sonriendo.
-¿Y al de izquierda qué?
-Al de izquierda lo putea su líder y se caga en su puta madre durante 7 meses seguidos y no los vota nunca más.
-¿Qué distintos son papi?
-No lo sabes tú muy bien, ya te enterarás en propia carne.

lunes, 23 de octubre de 2017

MARCIANOS

-¿Otra vez ha detenido al viejo ése Pérez?
-Sí Señoría.
-¿Y qué ha hecho ese tostonazo que me amarga todas las guardias?
-Que habla con los marcianos.
-¿Cómo?
-Que no para de hablar con marcianos.
-¡Qué barbaridad! ¿Y habla de verdad?
-Por eso lo he detenido.
-Pero eso es un descubrimiento científico de primera magnitud. Debemos preguntarnos porqué los marcianos han elegido al viejo para comunicarse con él. Es de lo más interesante, pero no es motivo para detenerlo Pérez, se ha pasado usted tres pueblos y varios apeaderos de tren.
-Pero no para de hablar con los marcianos Señoría, incluso se han quejado los propios marcianos.
-¿Cómo dice usted Pérez, se ha vuelto loco?
-Ayer, tuvimos que detenerlo porque se abrazó al televisor de plasma de la cafetería frente al Congreso y repetía: -Marciano, Marciano defiende España, defiende España.
-Bah, eso es una mera anécdota.
-Qué anécdota, ni anécdota que Marciano le contestaba: -Ni subo ni bajo, ni voy ni vengo, ni quiero ni puedo pero defiendo España y el 155. Tuve que detenerlo Señoría. Lo siento, ahí lo tiene en los calabozos.

sábado, 21 de octubre de 2017

MICRORRELATO XI -NO SE DEBE DISPARAR DEMASIADO CERCA

Primero me ató y torturó, después acercó su cabeza a la mía con odio, me disparó entre los ojos repetidamente hasta que mi sangre -a borbotones- primero lo mancharon y luego fue tragándosela hasta suicidarse.

TRANKISUSANIN (Pesoetiviol) 500mg Laboratorios Junta Andalucía)


-Buenas tardes vengo a revisarme la vista.
-Siéntese. ¿Qué letra es ésta?
-La E.
-¿Y esta otra tan pequeña?
-La P.
-Usted ve perfectamente, no necesita graduarse la vista.
-Sí señor, pero estoy muy preocupado.
-Pero si no se ha equivocado en nada.
-Si no es por eso, es que cuando leo El País o El Mundo, veo Antena 3, TVE o La Vanguardia tengo la impresión que lo que estoy leyendo es siempre el periodicucho La razón. ¿Qué me pasa doctor?
-No es el primer caso como el suyo que me llega a la consulta, tendremos que estudiarlo con más tiempo. Tómese Trankisusanín Forte de 500mg cada 4 horas. Reposo absoluto, nada de leer, radio ni televisión y vuelva el mes que viene.

sábado, 14 de octubre de 2017

CRÓNICA DE LA BASE POR LA ALTURA

RELATOS DE LA BASE POR LA ALTURA
Los sábados eran terribles sobre todo si hacía calor, al cansancio de trabajar 40 horas a la semana, se sumaban las otras 8 horas más de los temibles sábados.
Tengo la absoluta convicción que nuestra oficina posiblemente fuese la localización que Billy Wilder eligiese para rodar El Apartamento. 
Cuando se entraba en el edificio 55 y se miraba hacia la derecha la vista era lastimosa: 6 hileras interminables de mesas metálicas grises, dos de ellas a derecha del pasillo y cercanas a los ventanales y las otras, situada a la izquierda en la semipenunmbra, todas ellas con los cables conectados al techo y flanqueadas a izquierda y derecha de las mismas por unos portapadocumentos también metálicos y de idéntico color de 4, 5 o más alturas. Siguiendo la regla de la organización los portapapeles llevaban pegados en el extremo superior derecho la palabra INCOMING y en el otro OUTGOING. En todos ellos, también a la derecha del escritorio se ocultaba por un sorprendente mecanismo, una máquina de escribir Underwood manual y sobre ella, bien a la derecha o a la izquierda máquinas de calcular manuales. Los suelos eran de linóleo y paredes grises. Todo era gris allí.
La primera vez que me asomé experimenté posiblemente la misma sensación que don Miguel de Cervantes cuando le colocaron los grilletes y sentaron sobre un banco de una galera turquesa. Nunca he sentido la desesperación de estar uncido a un remo pero sí he llorado por estarlo a una mesa de escritorio.
Cuando se está mal lo mejor es trabajar y no pensar, impedir a toda costa que la mente te juegue malas pasadas y te recuerde tu condición de lumpen. Eso hacía yo, no paraba de tomar pedidos del portadocumento que llevaba rotulado INCOMING, realizar las comprobaciones oportunas en aquellos libros que ocupaban un cuadrado en la zona central de la oficina. Por cierto, eran libros sin tapas, atados por tornillos y algunos tenía una anchura superior a los 5 metros de ancho. Yo no entendía nada. Por eso, lejos de pararme a fumar o charlar sobre fútbol como la mayoría de compañeras y compañeros, insistía de forma obsesiva en trasladar pedidos de entrada al casillero de salida. Tanto fue así que en cierta ocasión me llamaron de dirección para comunicarme que había ascendido con todos los honores hasta la zona cercana a las ventanas, la promoción incluía sustanciosa subida económica. Me quedé perplejo.
En el nuevo empleo -podía mirar a través de las espaciosas ventanas de cuchilla- cambiaron mis funciones, alguien extrajo la máquina de escribir del falso cajón situados a la derecha de mi escritorio, allí estaba mi nuevo remo para navegar el mar Mediterráneo, se trataba de un Royal HH Heavy Duty pro para escribir telex. Me convertí en más máquina escribiendo telex que mi propia máquina. Me volvieron a ascender y ofrecieron un contrato indefinido. Seguía sin entender nada. En el nuevo empleo debía redactar las órdenes para que el contratista entregase los efectos personales de los miembros militares y civiles llegados a las distintas bases españolas, portuguesas y marroquí de Kenitra para entregarlas en sus domicilios, también el proceso contrario. Sumaron a mis funciones controlar los préstamos de muebles, electrodomésticos y utensilios de cocina. Me apresté a ello, también me ascendieron.
En cierto momento, inesperadamente, me reconocí sentado junto a la ventana mirando a mis compañeros en la zona de los jefe, por cierto donde no se hacía nada, el trabajo lo ejecutaban los otros. Ocupaba ya un espacio de la dirección y no lo había pretendido nunca. Hacía calor aquella tarde, los ojos se me iban cerrando, era sábado y mis jefes norteamericanos tenían jornadas de lunes a viernes. A mi lado estaba sentado un hombre que me triplicaba la edad, decía que era sevillano pero por lo que decía posiblemente fuese de Estepa, había entrado a trabajar para los estadounidenses en Morón y su apellido era Castrillo de Aronós Pérez. Se ufanaba de pertenecer a la nobleza. El calor era sofocante, quedaban varias horas para tomar los autobuses y recordé su afición por los títulos nobiliarios. Se me ocurrió gastarle una broma, tomé el Diario de Cádiz que publicaba ese día alguno y le dije: -Fadrique ¿se trata este escudo del tuyo? Se ofendió. Levántose airado se dirigió a todos nosotros con voz solemne. -No me gusta dármelas de nada (eso no era verdad) pero soy Fadrique Castillo de Aronós y Martínez. Abrió un cajón, sacó una caja de madera de polvorones de Estepa, le gustaban muchísimo los mantecados, nos las mostró a todos y dijo señalando un escudo raído en su tapa : -No descienden de Castilla los Castrillo de Aronós, son los Reyes de Castilla los que descienden de nos.
Debido al sofocante calor del verano, algunos sábados en nuestra oficina, los reyes se trocaban momentáneamente en vasallos y las viejas cajas de polvorones impartían lecciones de historia.

viernes, 13 de octubre de 2017

BARRIADA DE LA ALEGRÍA



Corría el año 1971 de la Cruzada Franquista en Jerez de la Frontera. Estaba trabajando en una pequeña bodega jerezana de la calle Lechugas, barrio de Santiago llamada Tabajete.
Todos los días, entre las 2 y las 4 de la tarde, me veía obligado a vagabundear por Jerez hasta que se abriese nuevamente mi puesto de trabajo para la jornada de la tarde. Sabedor de ello, un compañero que tenía una Vespa (y nunca me prestó el muy canalla), me soltó un montón de letras (efectos al cobro aceptados e impagados), por si podía cobrar alguno de ellos y llevarme el 10%. En mi desesperación acepté. 
Deambulé por calles y plazas, barriadas y descampados: nadie me pagaba. Los efectos eran -ya se puede decir porque la empresa no existe- de Unión Radio y Foto-Vox de la calle Francos. Pasaban los días y cambié de filosofía, las letras me servían para ir conociendo la bellísima ciudad, hasta que tuve la mala suerte de verme llamando a la puerta de un piso en la barriada de la Alegría en La Alcubilla. Me recibió una viuda, íntegramente vestida de negro, no mayor de 40 años y varios hijos pequeños sentados sobre una desvencijada mesa de comedor arrinconada contra una esquina y en otro lugar de la minúscula pieza, una cama también contra otra de las esquinas, sobre la mesa estaba el televisor en blanco y negro y los niños ajenos a la tragedia miraban sentados sobre ella el Telediario.
Bajo el ventanuco, una cocina de butano de dos fuegos colocada sobre el suelo sobre un cartón abierto de 12 botellas de Fino La Ina y algo que olía a puchero hirviendo sobre ella. Ante tal espéctaculo de pobreza extrema y vergonzante me quedé sin argumentos. La mujer, amable en su profunda tristeza me preguntó por el motivo de mi visita, por mi parte me vi incapaz de hilar un discurso lógico aunque pretendía en mi inocencia, que aquella mujer pagase las 23 letras firmadas por su esposo pendientes del televisor adquirido, sólo había pagado una. Ella misma admitió que le constaba no haber podido abonar los cargos mensuales pero que comprobase las circunstancias en las que se veía tras la muerte de su esposo, trabajador en un cortijo de González Byass hacía algo más de un año, dejándola viuda y varios niños pequeños sin pensión alguna porque el señorito no había dado de alta a su esposo que llevaba bastantes años trabajando en el cortijo del prócer. No tenían ingreso alguno, se lo habían llevado todo de aquel minúsculo partidito y que no podía ya quitarle a sus hijos el televisor.
Quedé petrificado. Iba vestido de un impecable y perfecto traje de alpaca verde, confeccionado a medida por el célebre sastre de Moresco y Salvatierra muy amigo de mi familia. Miré al suelo, recorrí la única habitación, el ventanuco abierto para que el humo del puchero escapara por él, a los niños sentados sobre la vieja mesa de comedor arañada pseudoimperio con patas redondeadas, la cama de matrimonio y sobre ella dulcemente doblada la ropa de los niños y aquella mujer vestida íntegramente de negro mirándome y tratando de esbozar una sonrisa. Un relámpago de indignación me recorrió todo el cuerpo, allí estaba yo con 18 años, con unos zapatos donde te podías mirar de lo brillantes que estaban, mi madre de noche se encargaba de ellos, mi traje precioso, la camisa inmaculada, las letras de cambio impagadas y mi pluma estilográfica Parker. Tuvo que ser ella la que me dijera si me pasaba algo, tuvo que ser ella la que apartara la ropa de sus hijos de la cama, tuvo que ser ella quien me diese un vaso de agua porque no podía articular palabras ante tanta tragedia e injusticia. Posiblemente fuese el momento en que desperté a la solidaridad para con los pobres.
Cuando me repuse, en una pulsión innata y abandonando toda razón, saqué del bolsillo interior izquierdo -el situado en mi pecho-, los 23 efectos bancarios cosidos por una grapa y mientras miraba a los niños iba rompiendo uno a uno tales efectos y tirándolos al suelo de la habitación. La mujer me miraba atónita, los niños miraban la televisión donde policías grises conducían a sindicalistas en lecheras SEAT 1500 y furgonetas DKV a la Dirección General de Seguridad en Madrid, mientras tanto el puchero seguía hirviendo. Besé a aquella pobre mujer y le dije que no se preocupase más por el maldito televisor de Anión Radio y Foto-Vox. Entonces advertí que en la habitación había otra cosa, un almanaque de Explosivos Riotinto donde una escopeta superpuesta estaba dejada caer sobre una silla y de ésta dos perdices abatidas, las mismas que en aquel particular momento volvieron a la vida y escaparon por el ventanuco.

Cuando salí a la calle no volví a la bodega, me senté en el poyete de uno de los escaparates de la tienda que había vendido el electrodoméstico y esperé la apertura de la misma. En cuanto abrieron, pregunté por el propietario y le devolví todas las letras, no sin antes explicarle que no buscase las del televisor de la barriada de la Alegría porque yo las había roto una por una y que no molestase más a la pobre mujer.
No siempre, pero en ciertas ocasiones en la barriada de la Alegría sale el sol.

viernes, 6 de octubre de 2017

CULEBRA BASTARDA


Hace 14 años no distinguía una higuera de una retama, mientras que ahora cuando paseo voy mirando las copas de los árboles desde la acera y recito: olivo, membrillo, mandarino, naranjo, limonero, araucaria, almendro, ciruelo, ficus, granado y así de uno en uno. Del mismo modo, entre la fauna no pasaba de animales grandes y pequeños, entre los últimos estaban las ranas y los escarabajos, las cañaillas y los muergos. Cuando me comía un membrillo no sabía que se trataba de una cydonia oblonga y cuando en otoño las granadas señoreaban los huertos y los patios, que las púnica granate están a punto de comerse.
Cuando salgo al jardín voy descubriendo sin saberlo todo un mundo que ha permanecido oculto para mi durante demasiado tiempo. ¿Quién me iba a decir que al encontrarme con una culebra bastarda de casi dos metros no iba a salir gritando despavorido? Pues no lo hice así, entré con mucho cuidado busqué mi cámara y la fotografié, no era la primera vez que ella nos visitaba, alerté a los perros que no se molesta a la hermana culebra porque cumple también un papel fundamental en nuestro ecosistema, los perros lo comprendieron perfectamente.
¿Por qué será que nos cuesta tanto a los humanos?

martes, 3 de octubre de 2017

MICRORRELATO VIII


Como se sentía sobrado compró lamparas solares por internet. Cuando el mensajero tocó el timbre le entregó un sobre acolchado con sobresello, comprobó el albarán por si traía sobreprecio, no era así, se tranquilizó y firmó. Lo abrió y descubrió sobradamente las piezas, buscó un taladro y marcó en la pared, no se olvidó de colocar abajo un sobre y apretó el gatillo para trabajar sobreseguro, perforó y puso un taco. En ésas se sobresaltó cuando su mujer lo llamó sobreexcitada. Aprovechó la ocasión sobradamente.

lunes, 2 de octubre de 2017

SOLDADITOS DE PLOMO

Cuando miro estos soldaditos de plomo mi memoria pega un triple salto mortal hacia atrás (como la mejor trapecista), para recordar una experiencia única que vivimos en Fuengirola hace algo más de 20 años. Llegamos para saludar a una pareja de profesores y volar, al día siguiente desde Málaga a Melilla con destino final en Nador, Uxda, Orán y Fez. Nos recibió ella -espléndida como siempre-, los ojos le brillaban, estaba exultante y nos invitó a unas copas por la ciudad tras dejar el equipaje en el recibidor. Ya tarde, cuando volvimos y abrió la puerta, nos encontramos que todo el piso estaba ocupado por batallas de soldaditos de plomo, todo, bueno, eso no es verdad, quedaba un mínimo espacio entre la mesita de café y el televisor Sony, donde tenían un cartón grande con cochecitos fabricados por ellos y jugaban lanzando los dados, para dormir, habían preparado un artilugio que elevaba un tablero con una batalla hasta el techo, permitiendo dormir en la cama de invitados. No dábamos crédito a lo que entonces vimos y todavía hoy al recordarlo debo hacer un esfuerzo para narrarlo. Sí, comprendo perfectamente a Julio Malo, el poder de atracción que ejercen los soldaditos de plomo sobre los humanos es tal, que puede compararse a la saudade de los portugueses no conoce límites.