sábado, 5 de enero de 2013

FRENTE AL NICHO DEL AMIGO

Era un santo. -Sí que lo era. -Un santo de verdad, no un santo cualquiera. -Lo ratifico absolutamente. Ambos amigos, tristes, compungidos, enfundados en sus mejores ropas de color oscuro, contemplaban a los sepultureros colocar los últimos ladrillos del nicho. -Se han pasado. -Mucho. Contestó el otro. Se han pasado muchísimo. Tirotearlo hasta dejarlo sobre la mesa de la cafetería, manchado de grasa, sucio, acribillado con los ojos muy abiertos para ya nunca poder abrirlo nunca jamás. -Es que en Madrid la gente no entiende, no comprende las cosas. Lo que siempre ha sido, siempre será. Se limitó a pedir un café con churros y añadió por favor. ¡Está grabado en la cámara de seguridad! -He tenido la oportunidad de verlo. Es horroroso. -Y llega el camarero y le pone el café y le tira un plato con unas cosas grasientas que llaman porras frías. Lógicamente protestó. -Lógico. -No tuvo más remedio que defenderse a que te sirvan los churros de esos gordos pringosos fritos de ayer es una afrenta que un gaditano no puede tolerar. Luego los gritos, la policía, en fin, ya lo sabes. -Menos mal que se enfrentó a ellos con el tenedor de plástico, uno de esos baratos de los chinos. -Sí, amigo mío. -Era un santo. -Y un héroe por defender la churrería caliente tradicional. -Así es la vida. (c) Jesús María Serrano Romero