sábado, 23 de diciembre de 2017

LAS COSAS DEL DUQUE

El Duque Don Aureliano Torquemada y Zarzamora era un ser de lo más excéntrico, vivía a la altura del impar 10.021 de su calle de Beato Alfonsino. Don Aureliano estaba enamorado perdidamente de su esposa doña Entrelazada Ricamora y Ricosprados.
Don Aureliano y doña Entrelazada se amaban con gran dulzura, era tal el dulzor de sus amores que se pasaban uno a la otra y ésta lo devolvía, el azucarero de cerámica Ming auténtico donde previamente se había volcado el café descafeinado, siempre entre las las 6 hasta las 6 y media en punto, que es la hora de tomar café para los excéntricos.
Don Aureliano había estudiado veterinaria en Madrid y sólo había tardado 19 años para obtener su licenciatura, pero como era rico ello no le preocupaba lo más mínimo.
Doña Entrelazada de profesión sus labores, era una mujer cuyo objetivo en la vida era superar los tres quintales de peso, empeño que aprobaba y alentaba diariamente su esposo, que la mimaba con todo su empeño y cariño.
Don Aureliano tenía un ducado, un ducado de oro y también fumaba Ducados, porque decía que los hombres debe perseguir un ideal, siempre andaba canturreando la opereta del Sueño Imposible. Como los ducados no resuelven la vida, atesoraba un buen número de acciones del Banco de Santander y del Chase Manhattan Bank. 
"...Amar la pureza sin par
buscar la verdad del error
vivir con los brazos abiertos
creer en un mundo mejor 
Es mi ideal
la estrella alcanzar
no importa cuan lejos
se pueda encontrar
luchar por el bien
sin dudar ni temer
y dispuesto al infierno llegar
si lo dicta el deber..."
Doña Entrelazada posiblemente no debería haber cumplido más allá de los 38 años y su peso le impedía ya moverse de la cama, aunque su cara y su cariño por su marido eran inmarcesibles. Religiosa y rica, decidió contratar, tras la oportuna petición al Obispo de su diócesis, que siempre hubiese al menos un par de monjas orando por su alma vida, para conseguir un lugar preferente y cercano al Señor en el cielo, resolviendo así de un plumazo el desagrado que le produciría permanecer durante toda la eternidad verse rodeada de santos pobres y menesterosos.
Don Aureliano perseguía un ideal que no comunicaba a nadie, quería engordarla hasta el límite máximo posible y cuando esto ocurriese comérsela, cumpliendo así el deseo de todos los enamorados. Así todas las tardes don Aureliano le leía tebeos de hadas y le ponía el canal RTVE para que viese los culebrones. Ella le sonreía absolutamente encantada para decirle.
-Que bueno eres, no hay mujer más dichosa que yo, haré todo lo que quieras, eres mi duque amado.
-Entrelazada, rica mía, ya falta poquito para que te coma.
-Eso, eso, cómeme, cómeme Aureliano.
Las cosas del Duque.

jueves, 21 de diciembre de 2017

VOCES


-Doctor, oigo voces.
-Perdone, me decía usted.
-Que oigo voces doctor. Oigo voces.
-Tranquilícese usted. Explíqueme lo que le ocurre.
-Estoy muy preocupado pero muchísimo, acojonado.
-No lo comprendo, porque su medicación está muy bien ajustada, sus analíticas dentro de los rangos normales, no debería sentirse así y... ¿acudir a consulta con esas fobias? Vuelva a explicarse, le atiendo con todo interés. Soy su médico y sabe que le conozco y aprecio.
-Doctor desde hace varias semanas vivo sin vivir en mi.
-¡Coño, eso tiene toda la pinta de un síndrome filosófico shakesperiano agudo! Prosiga por favor.
-No quiero quedarme solo en casa, procuro que mi mujer y amigos no se separen de mi ya que justo en esos momentos oigo voces.
-¿Cuando está acompañado no le pasa pero si está en solitario sí?
-Efectivamente, es una auténtica tortura, nadie me cree.
-¿Ha identificado el significado de las voces o son inconexas?
-Parcialmente doctor, pero lo que oigo me espanta, estoy aterrado, mire como sudo, me tiemblan las manos, tengo mareos, estoy pasándolo fatal. No puedo seguir así, ahora cuando termine la consulta no vuelvo a mi piso porque mi mujer trabaja, hasta que ella lleve allí como mínimo una hora y me levanto antes que ella para acompañarla a su trabajo, a veces la espero durante todo el día en la cafetería de la esquina. Me invento excusas para no preocuparla.
-Esto es grave, parece sufrir usted un episodio de psicosis auditiva de muy complicado tratamiento, deberé consultar a otro colega. Por cierto, ha podido descifrarlos mensajes.
El paciente mira a su médico sollozando y temblando de pavor, sin incapaz de articular palabras.
-Soy su médico, debe contármelo o no podré ayudarlo, haga un esfuerzo, verbalizar en las enfermedades mentales en un paso para la curación siempre.
-Me habla.
-¿Quién le habla?
-España.
-¿Dice usted que le habla España?
-Sí, me habla España.
-Esto es un caso de libro. Prosiga, qué le dice España.
-Es una voz engolada... siempre la misma doctor, que me habla de España, de la indisolubilidad, de los peligros de la fractura, de Viriato, de las tradiciones, de la Semana Santa, de Dios y la moral, del jamón de Jabugo y de la Guardia Civil, pero lo peor es cuando me habla de la Siete Plagas que asolarán Cataluña y tengo allí muchos primos doctor...
-¡No me diga más, le está hablando Carlos Herrera de la COPE!
-¡Sí señor es él, Herrera de la COPE! ¿Le hable también a usted?
-Para que me hablase en consulta le costaría 600€ la media hora. Eso no es nada, no se preocupe, esas voces que oyen proceden de su receptor de radio y usted las toma como personales, afortunadamente está estudiado, no van dirigidas a usted sino a un imaginario facha universal. Ya me tranquilizo.
-¿De la radio dice doctor?
-Efectivamente de la radio. Y el médico satisfecho se repantiga en su sillón porque ha descubierto el origen de la fuente de preocupación de su paciente que sufre psicosis y sonríe.
-De la radio es imposible doctor.
-Sí, hágame caso, nunca le he defraudado.
-Es imposible doctor porque además de no tener pilas, a mi hijo pequeño jugando con su prima se le escurrió el transistor cayéndose en la bañera y no funciona desde hace más de 5 años.
-¡Coño!

lunes, 11 de diciembre de 2017

HIMNO


Cantemos pues complace
a los niños
cercanos a dioses
conocidos.
Cantemos al sol vino sexo
y océanos
la callada tierra que soporta
las sombras.
Cantemos la efímera
vida
fugaz brisa
y tiempo.