sábado, 19 de diciembre de 2015

NEGRO

Como más temprano que tarde se sabrá y mañana son las elecciones lo confesaré todo: soy negro. Sí, soy negro. Seguro que no lo podréis creer pero es la verdad, llevo toda mi vida ocultándolo y negando mi negritud. Soy negro, mi madre era negra, mi padre era negro y mis hermanos y tíos son todos negros, negros, negros, vamos que somos negros, aunque tengo algunos primos a quienes al sonreírle la vida se volvieron blancos y blancos son, cualquiera les dice ahora que también fueron negros, tengo una papeleta moral también con ellos. Quizás no haya sido buena idea presentarme a las elecciones como tercero en la lista de Podemos por Cádiz, en ningún momento pensé que podríamos ganar, me uní al partido para fardar, pasármelo bien, molestar al facherío y al Psoerío y me he encontrado que las andorranas me han matado, nos atribuyen 5 escaños y nos ponemos por encima de todos los partidos, debería haberme presentado por IU Unidad Popular que siempre anda ahí arañando para sacar uno y no me vería en esta tesitura. No sé si esperar a mañana para contarlo en el partido o mandar mi dimisión por correo electrónico, de todas maneras no se lo van a creer. No es que piense que me marginarán por ser negro, en absoluto, se alegrarán tener a otro negro en sus listas ya que contamos con una chica negra en la Comunidad Valenciana pero ella es negra de toda la vida, de Guinea nada menos, mientras que yo soy negro de Tánger que es peor que ser blanco en Gambia, nadie te cree, nadie te concede un préstamo, todos evitan mirarte a la cara y por qué: por ser blanco en Gambia, exactamente lo mismo que me pasará a mi a partir de mañana cuando se sepa que soy negro, eso por no hablar de m familia que lleva ocultando este asunto generaciones y de sopetón, vengo yo a reconocer que somos negros de Tánger. Estoy desolado pero no puedo aguantar más, debo reconocerlo, ya tengo una edad, no se puede vivir siempre tras una mentira tan gorda tenga las consecuencias que tenga. Comenzó a llorar y el llanto iba deshaciendo la crema de su cara y apareciendo ésta en su aspecto negroide y también las manos, se iba ennegreciendo, anocheciéndose, confundiendo con la oscuridad más tenebrosa. Se oyó una fuerte detonación y un suspiro. Alguien preguntó: -¿Qué ha sido eso, sonó como un disparo? -He sido yo. -¿Has disparado tú? -Sí. -¿Para qué? -Nada de importancia, he matado a un negro.

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