domingo, 29 de noviembre de 2009

LAS DEUDAS COMO ANTÍDOTO CONTRA EL ENVEJECIMIENTO

Las sociedades puritanas despotrican contra las deudan, dicen que endeudarse para hacerse con bienes y servicios ofertados por la sociedad capitalista es pecado.

No estoy de acuerdo con ese argumento. Diré más, creo que debemos endeudarnos hasta las cejas. Quién no desea tener avión particular, yate de gran lujo, cuadros de Kandinsky, mansión en la Toscana. Desde luego yo sí y si puedo no pagarlos muchísimo mejor.

El método es bien sencillo: deshacerse de toda propiedad, por insignificante que sea ésta. Un buen método es transferir la titularidad a personas de nuestra confianza y, como precisamente la confianza, es un valor que cotiza a la baja en el Dow Jones, a la vez, realizar también un documento privado, elevado a escritura pública en Gibraltar o la Isla de Man, por si hubiese tentación de dejarnos sin el piso o el Vespino.

Una vez hecho esto, lo que considero fundamental, debemos pertrecharnos con atuendo estrafalario y acercarnos, para hacer realidad nuestro deseo de viajar por los cielos, navegar los mares o descansar dentro de espléndidas mansiones. Por supuesto, que más temprano que tarde nos exigirán el pago, no negaremos que carecemos de recursos para ello, y admitir humildemente que pueden demandarnos o retirarnos lo adquirido, si optan por lo último, hemos triunfado plenamente, ahora bien, si deciden desahuciarnos y, a la vez, demandarnos, dudo que puedan conseguir una sentencia que nos encarcele, toda vez que no hemos realizado delito alguno. Diremos que pensábamos pagar con los beneficios de negocios que teníamos entre manos pero, la crisis económica, has desbaratado.

Notarás que no se me ha ocurrido la vulgaridad de comprar un coche deportivo o realizar un crucero por los Mares del Sur.

Cabe la posibilidad que algunos de los vendedores incluso albergue esperanzas de pago, las mismas esperanzas que tengo sobre los beneficios de grandes negocios que ni he realizado ni nunca realizaré. Precisamente, esos deseos de los dueños que nos han vendido lo que ansíabamos, nos servirán como antídoto contra el envejecimiento.

Al final, tendrán que agradecernos lo que hacemos por ellos.

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