domingo, 11 de septiembre de 2011

CONTRABANDO DE FIAMBRES


¿De esa chica qué? –Dijo Robert McDowell Parker, bien acomodado en el asiento trasero del flamante Jaguar XJ gris alquilado, mientras miraba con asco las calles de la que fuera no hace demasiado tiempo la Suiza de Oriente Medio. –Pues en cuanto lo deje a usted en su suite del Phoenicia Beirut, pasaré a buscarla al aeropuerto señor. Por mis cuentas debe aterrizar en poco más de una hora, creo que me dará tiempo, aquí los días son largos en esta época del año. A propósito, Sr. Parker, cuándo debo recoger a Peggy. –¿A Peggy dice? Déjela, esa pelirroja es como una gata en celo, dudo que esta noche vuelva al hotel Una mueca de sorna se dibujó en la cara de Ripley. Estaba preocupado por la pareja de ancianos que en todo momento estuvieron cerca del catador, pero sin abordarlo en ningún momento, cuando le habían dejado dos llamadas en las últimas tres horas, ese detalle le pareció muy extraño. En cuanto pudiera, revisaría todo lo que había hablado Parker en la recepción. 
Desde que la azafata transmitió, por la megafonía del avión que pusieran los respaldos de sus asientos en posición vertical y se abrochasen los cinturones, no había transcurrido más 8 minutos y ya Lamarmar, recogía su maleta Samsonite roja, del compartimento superior de su asiento. Fuera, Ripley esperaba en la zona designada por el cartel INTERNATIONAL ARRIVALS a que ella saliese.Tras un laberinto de puertas, Lamarmar se sorprendía al no localizar su otra maleta, la facturada. La cinta transportadora únicamente traía una caja de madera con una etiqueta de frágil. Resignada, preguntó a quién parecía ser un empleado sobre su equipaje perdido. La persona lo miró y le dijo que si tenía el comprobante y ella se lo facilitó. Sonriendo, el empleado le indicó que la siguiera y le señaló una puerta con el rótulo Lebanon Police. Ella intentó decirle que buscaba su maleta perdida y él, sonriendo, señaló que entrase y se marchó.
Aquí dice –leía en el pasaporte- que es usted Lamarmar Pons. ¿Es cierto esto? –Sí señor, pero yo vengo por mi maleta, el justificante está en el pasaje que tengo aquí. No se preocupe –dijo el policía, la tenemos nosotros. Su equipaje no se ha perdido. Lamarmar respiró aliviada. Pero hay algo que no entendemos. Usted afirma dedicarse a las relaciones públicas, es uruguaya, nacida en Montevideo y trabaja en España. ¿Dónde? Ah, sí, en Madrid. ¿No es cierto? –Efectivamente. Vengo a una convención en el Four Seasons Hotel. El policía cambió su tono y de forma muy seca la interrogó. ¿Cree que no íbamos a detectar las sustancias que usted ha introducido ilegalmente en nuestro país? ¿Considera que casi 3 kilos cuyo contenido por el momento está por determinar, envuelto en dos sospechosos envases que huelen a cerdo y, están etiquetados como salchichones EL POZO pasarían inadvertidos? –Pero oiga usted. –Calle, todo lo que diga puede ser utilizado contra usted, tiene derecho a un abogado, si tiene recursos le facilitaremos una relación para que elija al que desee, de no ser así el estado lo proveerá. Mientras tanto, está usted detenida con el cargo de contrabando de salchichones. En un par de horas podrá efectuar una sola llamada de 5 minutos, piense a quien llamará. Ripley no daba crédito a la tardanza, el avión procedente de Lufhansa había aterrizado hacía ya más de una hora, no quedaba nadie. En el mostrador de la compañía, una empleada le confirmaba que Lamarmar Pons había llegado a Beirut

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