domingo, 11 de septiembre de 2011

MR PARKER EN EL ROTARY CLUB



Parker tras levantarse de su silla, comenzó a pasear de izquierda a derecha del paraninfo, para decir –permitan que use la siguiente analogía: si Almodóvar es a Carmen Maura como Diane Keaton es a Woody Allen, del mismo modo, podemos penetrar en el alma de una zona vinícola o de un país entero, llenando una copa de vino y tratado de comprender  su alma. Esta labor, me ha ocupado la mayor parte de mi vida y por ello, debo agradecer al vino, haber viajado casi por todo el mundo, para explicar a otros que no han tenido tanta suerte, que vista, olfato y gusto cuando se alían, mis compañeros usan el vocablo maridan que no me gusta demasiado, consiguen desentrañar la mayoría de los misterios.


 Un cerrado aplauso del casi lleno auditorio coronó la conferencia del catador y también, despertó a Ripley que medio dormitaba en la última fila. Posteriormente, el Chairman del Rotary Club de Beirut, imponía la insignia de oro al laureado catador conferenciante.


 Unas cuatro horas antes, Lamarmar debería haber acabado de aterrizar con Ryan Air en Hannover, para desde hace un par de horas, estar ya volando con Lufhansa, dirección al aeropuerto internacional Rafic Hariri, gracias a las malas artes que su cómplice Ripley había utilizado con Robert McDowell Parker, al ser conocedor de su manifiesta xenofobia con los musulmanes y alentando, su querencia a las damas  sin demasiados escrúpulos. Entre ambos, habían contestado al anuncio que el americano había publicado en The New York Times, solicitando compañía con refinados gustos y amplios conocimientos de idiomas.





Ripley miró su reloj y sonrió. Ahora pasarían al lobby para que se sirviese el cóctel en honor de Parker. Oportunamente, ya había colocado en el cinturón de éste un micrófono que estaba conectado a su PDA. Al parecer, un par de intentos por parte de una sospechosa pareja de ancianos, habían intentado hablarle sobre los riquísimos caldos israelíes

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