miércoles, 14 de septiembre de 2011

PEGGY









A veces lo mejor es dormir las cosas y ya se arreglarán por sí solas, se dijo Ripley de pie ante la ventana, mirando los autos que circulaban por la avenida. Es inútil que especule sobre si Lamarmar ha desvelado la naturaleza de nuestra operación, lo cierto, es que efectivamente sufre un ataque de amnesia y ante eso poco se puede hacer.

Peggy empujaba la esponja con el pie en el jacuzzi y se reía. Las cosas le iban muy bien. Agente detectado, agente eliminado y  tanto Ripley como Lamarmar lo estaban. Se reía y tenía motivos para ello. Nadie desconfiaba de la chica tonta americana, bien se había preocupado en crearse ese papel, una apariencia que la dejaba operar sin preocupación alguna. Parker es un presuntuoso. –Se dijo. Sus viajes me permiten hacer mi trabajo sin preocupaciones. Qué paradoja, un grupo de cuatro personas y tres de ellas agentes.



Acababan de llegar de Beirut y tras aterrizar en la populosa y abigarrada ciudad de El Cairo, ya estaba en el baño. Antes se había depilado completamente. Le venía bien esta moda ya que servía para que una vez puesto un sombrero no quedasen pelos suyos que pudiesen ser identificados. Me toman por tonta y disfruto con el sexo como una posesa. Quién podría decir que Peggy S. Stewart, la chica rellenita de Meadows en Idaho, una cateta criada entre montañas, viajaría por todo el mundo y mantendría en jaque nada menos que a la CIA.  Y la lista, la mujer de mundo que no se amilanaba ante nada, sí, Lamarmar, sobre una cama en un hospital de Beirut con un ataque de amnesia.

 Tenía motivos para abrir la botella de Don Perignon Oenothèque 1976 y beber desnuda en el jacuzzi, claro que tenía motivos, los tenía todos.


Dentro de unos minutos, otro joven vendría a someterse a sus deseos.

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