-No creo que sea fácil mi Teniente, sinceramente no lo creo.
-Cállate Cordobilla y agache la cabeza. ¿Los ves ya?
-Yo no veo nada mi Teniente. Estoy harto de mirar el agua. Me estoy mareando, cómo se le ocurrió a usted aceptar que sólo cuatro personas pudiésemos vigilar una nave de casi cien metros de eslora. Hasta el ciclomotor se ha averiado y ya no arranca de tanta humedad.
-¡Que no me llames más Teniente, que ya no soy Teniente! Eso fue en las Malvinas y en Iraq ¿O no te enteraste que me obligaron a pedir la dimisión por lo de los perros?
-Estoy agotado mi Teniente. Nunca pensé que este trabajo fuese tan duro. No veo nada, lo mismo han muerto todos de disentería que los tenemos encima mi Teniente.
-Pero si acabamos de verlos en el radar, esa lancha tiene que andar muy cerca.
-¿Y si han parado el motor mi Teniente?
-¿Cómo dices? Que han parado al motor, pues eso va a ser. Corre y despierta a Yatmasani y Randall. Corre, que los tenemos a bordo.
-¿Pero qué coño le pasa a usted hoy mi Teniente, se ha vuelto loco?
-¡Corre, corre!Cordobilla miró al albino y pudo más la obligación para con su viejo oficial que la cordura que éste pudiera tener y saltó sobre el scooter Honda hasta la proa. Presionó el starter y casi milagrosamente arrancó. Este detalle le devolvió la sonrisa.
-¡No enciendas la luz Cordobilla, ni se te ocurra encender la luz!
-Joder, lo que faltaba, ahora sin luces, espero que no estén faenando porque el golpe que me puedo dar será de la hostia. ¿Quién me llamaría para este trabajo?
Mientras tanto, desde la lancha, 4 sigilosas sombras escalaban por el aparejo hasta el Alakrana.
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