lunes, 7 de diciembre de 2009

UNA FORMA ELEGANTE DE SUICIDIO

De los suicidas se ha escrito mucho, quizás demasiado, pero los suicidas una vez ya muertos normalmente hablan poco y, lo que es peor, da tela de asco retirarlos.

Que si colgados de una viga con la lengua colgando o seccionados por el paso de tren, despanzurrados sobre el lecho de un río seco y en muchas ocasiones, sus sesos desparramados por la alfombra nueva, la del salón, que tanto trabajo da quitarle luego la sangre.

El suicidio debe ser elegante.

Cuando me suicide, si es que me suicido y antes no me atropella la camioneta que reparte el pan, intentaré hacerlo con cierta mesura, como corresponde a una persona que en vida creí que era un artista. Ayunaré tres o cuatro días como mínimo y me pondré enemas, antes de afrontar el paso decisivo. ¿Alguno es posible que se pregunté la razón? Sigan leyendo y lo explicaré. El ayuno y los enemas permitirán que cuando me encuentren esté limpio y presentable, por supuesto también me habré duchado concienzudamente, taponados los orificios para evitar excreciones desagradables.

En el momento crucial, procuraré retirar cualquier alfombra que pueda mancharse y, usar el sillón más incómodo de la casa, ése que todos queremos tirar pero que por una cosa u otra nunca nos decidimos a hacerlo.

El ambiente musical debe ser también objeto de concentración y preocupación, toda vez que los funcionarios de policía deben tomar fotografías y, no es plato de gusto tener que acercarse a un fiambre que apesta a ratas muertas. La música deberá ser "de ascensores", es decir hilo musical, esas melodías que todos oímos sin prestarle excesiva atención pero que favorecen los comentarios.

Nada de cuchillos en el vientre ni descerrajarse un tiro en la nuca, tampoco es adecuado cortarse las venas en las bañera, estilos todos propios de los malos guionistas de telefilmes americanos de serie B.

Posiblemente, aprovechando la técnica, coloque un cargador de DVD´s, teniendo en cuenta que entre el momento del óbito y el descubrimiento del cadáver no debe mediar menos de 72 horas, grabar cientos de capítulos de culebrones venezolanos sin voz que serán quienes precipiten el suicidio.

Para calcular con cierta precisión el momento para ser detectados, enviaré una carta a mi vecina la cotilla, que nos dirá el tiempo aproximado de respuesta. Una vez sabido, escribiré una nota autógrafa para el juez de familia del Juzgado más cercano, se lo dirigiré a Juez de Familia porque entiendo que al Magistrado de lo Social, dudo que le interese mi suicidio y, una carta a la vecina para que ella una vez la lea llame a la Policía. Incluiré cuatro billetes de 50 euros por las molestias y el disgusto de la pobre mujer y así se compra algo.

Moriré casetes de El Fary con auriculares desechables robados del antiguo Talgo.

Por supuesto, dejaré pegado con Scoth Tape en distintos lugares mi testamento vital: EL TRABAJO ES UNA MIERDA Y LOS BANCOS UNA PANDEMIA.

2 comentarios:

Yvonne Brochard - Victim Of Art dijo...

Jajajajajaja.... Eso sí que es Arte... El humor, no tengo duda, es Arte.

Unknown dijo...

De a diez