Desde luego la cocina no es lo mío. Hoy me han encargado que prepare ropa vieja, este plato es muy sencillo pero como soy bastante torpe me ha dado el día. Y eso que la carne desmigajada del puchero (ripiá que dicen en Cuba), ya la tenía preparada en el frigo junto con los garbanzos.
Le pregunto a mi hijo -que tampoco es un crack en esto de la cocina- y me contesta que las papas hay que rehogarlas. Cuando me dice eso, le pregunto que hasta qué punto es rehogada, guisada o frita y él, se enconge de hombros y me vuelve a repetir que rehogadas: ¡Ya empezamos!
No me queda más remedio que telefonear a mi mujer y preguntarle que cuando se sabe si las papas están ya rehogadas y ella contesta que tampoco lo sabe, cuando las ve de determinada manera pues ya están. Con estos dos guías me dispongo a rehogar las patatas. Envidio a esas personas que cogen una papa y le dan unos pocos de cortes en la misma mano y salen cortaditas perfectamente, por el contrario, tengo que cortarlas en rodajas, luego darle cortes longitudinales que nunca me salen bien y, en este caso de la ropa vieja, en dados.
Pongo la sartén, busco el aceite de oliva que tenemos en el bote de la última fritada, le añado bastantes ajos a los que le he dado un buen cascamazo con la mano y le doy caña a la vitro. ¿Téndrá bastante o faltará aceite? Cuando veo los ajos dorarse, comienzo a echarle las papas y descubro que he pelado demasiadas, me sobran papas.
Le doy unas vueltecitas y saco el tarro de caldo para añadirle fideos. Justo en ese momento descubro que las papas se están pegando, he puesto la sartén de asar, hay que cambiarla, busco otra y pongo la que he utilizado al fregadero.
Cuando lleva un rato, me atrevo a probar y veo que lo que estoy haciendo sabe bien pero, compruebo que todavía tengo que añadir los garbanzos y la carne ripiá. Otra vez me doy cuenta que no estoy utilizando la sartén buena, no me van a caber. Busco otra sartén y por fin doy con la buena, la otra al fregadero y ya tengo allí, dos sartenes, una escurridera de plástico, un bol grande donde puse las papas con sal, vamos que tengo el fregadero lleno.
Me armo de paciencia y vuelvo a volcarlo todo en la sartén ad hoc y como me temía, no es que sobraran papas es que faltaba sartén.
La cocina no es lo mío y mucho me temo que la narrativa tampoco.
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